miércoles, mayo 8, 2024
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Abierto por vacaciones

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Lejos quedan aquellos largos días de verano de la infancia y de la juventud, en los que la jornada se prolongaba misteriosamente multiplicando sus horas, permitiéndome aprovechar los momentos de sol y de juegos con toda intensidad. Por aquel entonces, las vacaciones se convertían en un verdadero paréntesis en la vida, un oasis, un auténtico “antes y después” en nuestras vidas, cargándonos de experiencias y de vivencias. Aquellos meses de julio y agosto nos permitían ir madurando, e incluso físicamente experimentábamos un crecimiento mucho más acelerado, en comparación, con el que vivíamos más lentamente durante los restantes diez meses del año.

Comparto una generación en la que el verano se planteaba sin campamentos urbanos ni colonias deportivas, y aunque viajara unos días a la playa o a visitar a parte de la familia en otros lugares, el resto del verano (la mayor parte del tiempo), lo vivíamos en el pueblo, en Brunete. A la ventana de mis recuerdos asoman las interminables partidas de chapas que jugaba con mis amigos sobre la arena de la Plaza Mayor, a esas horas del atardecer en las que empezaba a caer el sol y el vientecillo suave comenzaba a barrer el calor de las calles y zarandeaba hipnóticamente los centenares de banderitas que adornaban la plaza, presagiando las fiestas patronales del mes de septiembre.

Hoy, los días siguen siendo igualmente largos y soleados, sin embargo, el oasis y las chapas, se diluyeron en la vorágine de las responsabilidades. Alcanzando la recta final del mes de julio, las jornadas de trabajo siguen reclamando una total dedicación; sin ir más lejos, esta misma semana hemos celebrado un Pleno municipal.

Muchos ciudadanos aprovechan estos meses para disfrutar de ese merecido descanso que llevan anhelando el resto del año y algunos se marchan unos días fuera. Quienes nos dedicamos a la función pública, debemos, por el contrario, seguir dando el mil por cien estos días, preocupándonos por quienes se han quedado en las ciudades y municipios, y trabajando para procurar que todo esté en orden y completamente preparado, para cuando comiencen a regresar los que se han marchado.

«Quienes nos dedicamos a la función pública, debemos, por el contrario, seguir dando el mil por cien estos días»

Es un buen momento, quizás el único realmente práctico, para realizar aquellas obras en infraestructuras que durante el resto del año no podemos acometer debido a su uso continuado por los vecinos. Es tiempo de hacer balance de la gestión que hemos llevado a cabo durante “el curso” anterior, de fijar nuevos objetivos y de establecer las correspondientes estrategias para su consecución.

La dedicación al servicio público y más concretamente en el ámbito del municipalismo, no permite descanso. Cuando uno vive por y para sus vecinos, lo que inicialmente se planteaba como el ejercicio de una vocación de servicio público, acaba convirtiéndose en una forma de vida. En los municipios pequeños y medianos donde conoces prácticamente al cien por cien de los vecinos y vives y convives con ellos, la implicación respecto a sus demandas, sus problemas y necesidades y, por qué no, a veces también sus alegrías, es absolutamente indisoluble.

A veces, uno se implica tanto en los problemas de algunos de sus vecinos, que llega a mimetizar sus sentimientos; supongo que es normal. Al reflexionar sobre esta idea, me viene al recuerdo una querida vecina, ya octogenaria, que se había quedado viuda en fechas próximas a la Navidad, y su estado de salud y circunstancias no le permitían viajar para pasar unas fechas tan familiares y emotivas con sus hijos y nietos. Había ido a visitarla a su domicilio en varias ocasiones y ella me transmitía su soledad y su tristeza. No sé si alguien puede pensar que después de conocer la situación de esta mujer tan entrañable, es posible ponerse un velo sobre los ojos y sobre el corazón y disfrutar de una Noche Buena en familia; yo les aseguro que no.

Por ello, unos días antes de esa Navidad, pensé sobre el modo en que se podía reconfortar a María y a otras personas que se hallasen en su misma situación. Así nació, en aquellos días, la iniciativa “Nadie solo en Navidad, en Brunete”, y desde el equipo de Gobierno del Ayuntamiento pusimos en marcha todos los mecanismos necesarios para poder establecer un sistema de acompañamiento mediante voluntarios,  a personas en la misma situación.

Cuando haces de la dedicación al servicio público tu forma de vida, priorizas las necesidades de los vecinos sobre las tuyas propias. Por ello, no cerramos nuestra actividad ya sea Navidad o verano. Permanecemos, en estas fechas, abiertos por vacaciones.

Borja Gutiérrez

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