viernes, abril 26, 2024
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La hora de Rajoy

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El mapa político emanado de las elecciones del 26 de junio dibuja un Congreso de los Diputados igual de fragmentado que el surgido de los comicios del 20 de diciembre, pero con la diferencia fundamental de que el Partido Popular ha obtenido un aumento significativo en el número de diputados, de 123 a 137. Un avance que, seguramente, será decisivo para las aspiraciones de Mariano Rajoy a repetir como presidente del Gobierno.

El actual jefe del Ejecutivo en funciones, cuyo liderazgo dentro de su partido había sufrido un importante desgaste por su pasividad tras el 20D, despertó el pasado lunes 27 de junio convertido en jefe indiscutible e indiscutido de la derecha. Y con la consciencia de que, a resultas del éxito electoral, pisará terreno más firme del que halló Pedro Sánchez una vez que se abra de verdad el melón de la negociación para la investidura. Eso será después de la ronda de consultas del rey Felipe VI con los líderes de los partidos políticos.

Los dirigentes del PP aún no se atreven a descartar en público que vaya a haber terceras elecciones. Sin embargo, en privado dejan caer que están tranquilos porque las cuentas les empiezan a salir, a la vista de cómo ha quedado la correlación de fuerzas en el lado derecho del espectro político. Aunque los conservadores mantienen sus invitaciones al PSOE a sumarse a eso que llaman ‘gran coalición’, ya han iniciado contactos preliminares para buscar por estribor una fórmula alternativa, que haga innecesaria la bendición de los socialistas.

El PSOE ya dejó claro desde el primer minuto que no piensa ayudar a Rajoy a repetir en la Presidencia, y sus dirigentes –salvo alguna excepción- lo repiten cada vez que tienen oportunidad. Eso quiere decir que los socialistas no piensan entrar en un Gobierno con el PP y con sus antiguos socios de Ciudadanos ni tampoco se abstendrán para dejar paso a un Ejecutivo ‘popular’ en minoría. Por tanto, al PP sólo le queda la opción de intentar pescar apoyos por la derecha, donde hay partidos como Ciudadanos, PNV, Coalición Canaria y Convergencia, que ahora pueden ser decisivos.

Es, por tanto, la hora de hacer política para Mariano Rajoy. La hora de negociar, de demostrar que es capaz de convencer y ganarse el beneplácito de otros grupos. Justo lo contrario de lo que hizo después del 20D el líder del PP, que fue muy criticado dentro y fuera de su partido por su inactividad. Encerrado en su castillo, se limitó a esperar a que Pedro Sánchez se estrellara, mientras se quejaba de que el líder del PSOE no le llamaba para hacerle presidente a él. “Dejen gobernar a la lista más votada”, exigía Rajoy sin presentarse a nada, y sus lamentos recordaban al chiste de la ancianita que le rezaba todas las noches a la Virgen para que le tocara la lotería y de día gimoteaba porque la Santísima no le hacía caso. Hasta que un día la Virgen se hartó, se le apareció a la vieja y le dijo: “Pero desgraciada, ¡compra un décimo!”

Ahora Rajoy ya no tendrá que asumir demasiado riesgo y podrá tomar la iniciativa, porque los 137 escaños le facilitarán mucho la tarea. El PSOE, por su parte, ha optado por confrontar con Rajoy. Lo contrario sería un suicidio político para la formación socialdemócrata, que acaba de salvar por los pelos el puesto de principal partido de la izquierda y cuyo electorado no entendería que sus votos sirvieran para entregar el Gobierno al PP. Hacerlo podría hacer que se tambalearan las estructuras del partido socialista, firmemente implantadas por todo el territorio español durante 40 años y que son la verdadera causa de que no hubiera 'sorpasso'.

Lo que pase a partir de ahora dependerá mucho de lo que haga Ciudadanos, uno de los partidos peor parados de las últimas elecciones. Habrá que ver si Albert Rivera mantiene su empeño de no negociar con el PP mientras esté liderado por Rajoy. Un veto contra el que ya han alzado la voz otros miembros de su partido. Rivera, que puede tener ahora la llave de la gobernabilidad del país, se la juega en esto a todo o nada. Podría morir de éxito si persiste en su negativa a entenderse con Rajoy y forzar unas terceras elecciones -posibilidad que nadie parece desear-, porque su partido podría desaparecer por la deserción en masa de su electorado hacia las filas 'populares'.

César Calvar

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