viernes, abril 26, 2024
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La perdición de Arias Cañete

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“Al regadío hay que utilizarlo como a las mujeres, con mucho cuidado, que le pueden perder a uno”. La frase, que tiene tela por su machismo y por el veneno semántico que incorpora en ese contexto el verbo ‘utilizar’, la dijo hace años en un foro agrícola Miguel Arias Cañete, ministro hasta 2014 de Agricultura, Alimentación y Medioambiente y hoy comisario europeo de Acción por el Clima y Energía.

Las hemerotecas dan fe de que esa no ha sido la peor metedura de pata de Arias Cañete. Sin embargo, sorprende que un señor de su clarividencia y profundidad de pensamiento, capaz de ducharse cada día en agua fría y alimentarse de yogures caducados, haya sido incapaz de protegerse contra sus propios fantasmas. Porque su mujer lo ha arrojado a la senda de perdición de la que él mismo alertaba y en la que uno sólo puede caer, según sus propias palabras, por el mal 'uso' del sexo opuesto o de los recursos hídricos en los sembrados.

La aristócrata y empresaria jerezana Micaela Domecq Solís-Beaumont acaba de ser noticia porque figura en los papeles de Panamá y porque se acogió a la amnistía fiscal que aprobó el Gobierno del PP en 2012, cuando su marido era ministro, para lavar dinero escamoteado al fisco y oculto fuera de España. Cañete se escuda en que él se casó como se casan todos los millonarios, en régimen de separación de bienes, y que nada sabe de los negocios de su cónyuge. El mismo argumento –sorpresa- esgrimido por la también exministra Ana Mato, la infanta Cristina y otros notables del reino salpicados por prácticas sospechosas desde el punto de vista penal o moral.

Pero si la reacción de Cañete fue desafortunada, peor fue la del PP. En vez de resaltar lo reprobable del caso, Mariano Rajoy y Dolores de Cospedal prefirieron condenar a quienes filtraron la información. “No deberían conocerse los datos fiscales de nadie”, fue la consigna repetida desde la dirección del partido.

Conviene recordar que el Gobierno de Rajoy aprobó aquel perdón a los defraudadores en el peor momento de la crisis, entre recortes de prestaciones públicas, despidos masivos, bajadas de sueldos, subidas del IVA y del IRPF. Y que en aquel contexto Hacienda lanzó una campaña propagandística para despertar la conciencia fiscal, con mensajes que le hacían creer a uno que si permitía a su fontanero escamotear el IVA de una factura estaba condenando al país a quedarse sin hospitales, colegios y carreteras.

Nadie discute que lo último sea adecuado. Sin embargo, cada vez que estalla un escándalo como el de la mujer de Cañete o los de Rato, Bárcenas, Urdangarín o la familia Pujol, los contribuyentes asisten perplejos a la evidencia de que en España los ricos juegan con otras reglas. Y quienes viven de una nómina o de un pequeño negocio se preguntan por qué tanto secretismo en torno a los datos fiscales.

Hay países como Finlandia donde los datos de los contribuyentes son públicos. El organismo gestor de la Hacienda del país nórdico (Verohallinto) los publica cada 1 de noviembre y habilita en sus oficinas ordenadores a disposición de quienes deseen hacer consultas. Cualquiera puede acudir a leer la declaración de quien quiera. No está permitido imprimir los expedientes, pero sí tomar notas y hacer fotos. Eso, señores políticos, es transparencia y seña de identidad de un país cuyos índices de corrupción están entre los más bajos del mundo. Pero aquí interesa a los poderosos mantener la información bajo secreto, no sea que se conozcan las triquiñuelas que emplean algunos para sortear la ley y ser menos iguales que el resto.

Aquí interesa a los poderosos mantener la información bajo secreto

La opacidad alienta la picaresca y el engaño, mientras la transparencia redunda en buenas prácticas. Por eso, al contrario que España, los países nórdicos destacan por la honradez de sus políticos, el buen uso del dinero público, la excelencia del sistema educativo, la calidad de vida que garantiza su sistema social, la limpieza del entorno, el civismo y la capacidad de trabajo e innovación de sus ciudadanos.

Aquí, a falta de líderes que den ejemplo, están Cañete, Mato y la infanta, que culpan a sus cónyuges de todas las vergüenzas que los han llevado a su particular perdición.

César Calvar

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