viernes, abril 26, 2024
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Pedro hambriento, Pablo sediento

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No voy a hablar de Manuela Carmena ni Sara Hernández, no. Aunque ambas han patrocinado con muchísimos euros, para vergüenza de los ciudadanos contribuyentes de sus respectivos municipios, sendos grupos que hablan de los terroristas como hermanos, de las violaciones como bromas para niños, de los asesinatos como algo sin importancia, de la religión con odio, que vejan a las víctimas del terrorismo… No, de ellas se ha dicho, se dice y se dirá de todo. Las alcaldesas de Madrid y Getafe solo cuidan la suciedad de sus abandonadas ciudades, que no falte mierda. Y si falta, traemos a Los Chikos del Maíz y a un grupo anarcocretino de títeres. Por la basura al poder o el poder para repartir igualitariamente la basura.

Hoy toca hablar de la coreografía política que están creando Pedro y Pablo para satisfacción de sus egos, pánico de media España y el horror de Nijinsky y Nureyev desde la otra vida. Ambos tienen hambre y sed de poltrona. Eso no lo justifica, pero puede llegar a darnos una explicación.

El socialista lo fía todo a que a Iglesias no le quedará más remedio que abstenerse para desalojar a Rajoy y que a Rajoy no le quedará otra que apoyar por activa o por pasiva para que Podemos no acceda a un gobierno occidental y ponga en peligro el Euro y no trafique con sus amigos de Irán y Bielorrusia los secretos de inteligencia y armamento de la OTAN. Es de un cinismo infantil, básico y vomitivo. A su lado está Rivera, que sonríe emocionado como si aplaudiera a Lina Morgan y promociona con entusiasmo lo que puede ser su ataúd político. No sé cómo va a explicar el combatiente del nacionalismo catalán que se aúna con un nacionalismo vasco que se ha apresurado a decir que sí a Sánchez por el miedo que le produce quien ganó las elecciones generales en el País Vasco. No lo sé, pero me gustaría enterarme. 

Iglesias tiene sed de poder y lo disimula poco o nada

Todo el proyecto carece de programa creíble, está plagado de contradicciones no solo estratégicas sino también tácticas. Quiérense aplicar recetas de guerrilla interna partidaria para que nazca un gobierno de la abstención, y ningún gobierno occidental del siglo XXI puede ser el producto de la abstención, que es como ser el producto de la nada, algo demasiado deísta y bíblico, un Génesis ateo y ramplón. No imaginamos un presidente cuyos votos en contra y abstenciones sean el doble que los apoyos. Y así todo, contra toda lógica, en contradicción con cualquier genética política, numéricamente  sí se puede dar. Sí, se puede. A costa de casi todo para conseguir casi nada bueno.

Al otro lado se encuentra Iglesias, que no es la última Coca Cola del desierto como él cree, pero que es más pillo y mucho más culto, lo que le permite analizar la realidad política y social con mayor pericia que su competidor directo. Tiene un instinto político y en comunicación que muchas veces me gustaría ver en el centroderecha y que pocas veces veo. Tiene sed de poder y lo disimula poco o nada, proyecta poner el país del revés y no le importan los daños. Carece de piedad y su programa es tenebroso, sabio de su posición creciente y del socialismo menguante, avanza con paso militar hacia su Walhalla monclovita, hacia los Palacios de Invierno en que quiere convertir España, hacia la revolución destructiva de todo sin vuelta atrás posible. Sabe hurgar en las vísceras de la sociedad como el hechicero en las del cordero sacrificial y no está dispuesto a que le arrebaten lo que cree tener al alcance de la mano. Quiere entrar en el gobierno. Pedro le quiere lejos y al tiempo le necesita, Pablo hace valer sus resultados y pide asientos y presupuesto. Sabe que si se deja timar por Pedro apoyándole sin poder a cambio, le puede comer la tostada. Quien mejor juegue sus cartas puede ganar. O perder los dos, que mejor sería.

Ambos marean con las líneas rojas, pero estas se mueven con mayor facilidad que la frontera de Polonia a lo largo de la Historia. Pedro dijo que nunca pactaría con populistas, ahora ya no lo dice. Pablo dijo que la celebración del referéndum de autodeterminación en Cataluña era innegociable, ahora se lo calla un poquito, ya no es tan innegociable. Pero a la vez surgen nuevas, Pablo ya no anatemiza solo al PP, sino también a Ciudadanos, Pedro quiere un gobierno de izquierdas pero sin más de la mitad de esa izquierda a la que le solicita el voto pero con la que se niega  a compartir el resultado.

Aunque no se pueda gobernar existe la posibilidad numericoestrambótica de que se pueda investir

Por si no fuera bastante el contrasentido, al PP Pedro le pide un imposible ontológico. Después de insultar a su presidente, de lanzar mentiras sin sonrojo, de descalificar sin tregua, de negarse al dialogo político e incluso a la conversación personal quiere su colaboración para que él logre su personal aspiración. Quiero recordar que es mucho más una cuestión de egos que de programa político, egos en política, el acabose psicosociológico. Yo creo que no debe hacerlo. De ninguna de las maneras. Bélgica estuvo año y medio sin gobierno y no fue dramático. Incómodo sí, pero no dramático. Es posible estar con Gobierno en funciones hasta la celebración de nuevas elecciones en junio. Y no pasaría ninguna tragedia.

España está pendiente de un hilo de dos negras ambiciones incompatibles pero simultáneas, que no se quieren pero que se necesitan en su pornográfica ansia de poder. De dos personas que se lo juegan todo. Con mentalidad de tahúr Pedro y de revolucionario de la III Internacional Pablo. Ni son lo que hace falta al país, ni se puede gobernar con estas herramientas. Sin embargo, aunque no se pueda gobernar existe la posibilidad numericoestrambótica de que se pueda investir. Y entonces ya verían los que ingenuamente piden un gobierno “aunque sea de Pedro Sánchez”.

Juan Soler

Senador de España
 

Juan Soler

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