Pedro Sánchez está decidido a ser presidente sí o sí, aunque su única posibilidad es que consiga el respaldo de Podemos y además la ayuda de otros. Y, sinceramente, un gobierno con Podemos dentro, con o sin ministros pero pisando fuerte, no es lo que más conviene a los españoles.
Si alguien piensa que es un error descalificar de antemano a quienes todavía no han tenido responsabilidades de gestión, no hay más que echar un vistazo a lo que ocurre en su régimen ejemplar, el de Chávez y Maduro, como para que se hiele la sangre. De miedo. En la Venezuela actual se ha asentado la falta de libertad, la miseria, la falta de los alimentos indispensables y de medicamentos, el intervencionismo y la inseguridad en las calles. Caracas se ha convertido en la ciudad más peligrosa del mundo, y quien crea que todo esto es una falacia, un invento de los antipodemitas, que se den una vuelta por allá y hablen con la gente. Incluso con los que años atrás votaron a Chávez creyendo su mensaje de solidaridad social y lucha contra la corrupción.
Esto, lo nuestro, lo español, tiene mala pinta porque para ser presidente contra viento y marea, como pretende, Pedro Sánchez tiene que echarse en brazos de Pablo Iglesias. Es una salida desesperada, pero sabe el secretario general socialista que si no es presidente de gobierno cuenta con muchas papeletas como para perder también la secretaría general del Psoe, así que no se atiene a razones. Son muchos los que quieren hacerle entrar en razón, pero no se deja. Incluso ha salido a la palestra Felipe González, voz autorizada del partido, para aportar algo de sentido común a la situación, pero Sánchez no ha hecho ni caso y su fiel escudero César Luena incluso ha marcado distancias con quien es la figura que llevó a lo más alto al partido socialista.
Lo único que puede salvar la cosa es, uno, que Rajoy ofrezca su cabeza a cambio de que el Psoe admita un gobierno del PP con Ciudadanos
Sánchez está solo pero crecido, y va a por todas. Lo más preocupante que se vio el viernes pasado no fue que Pablo Iglesias exigiera la vicepresidencia de un posible gobierno de Sánchez y los ministerios más poderosos, sino que Sánchez no le hiciera ascos y dijera que estaba dispuesto a hablar. Insistimos, esto tiene mala pinta.
Lo único que puede salvar la cosa es, uno, que Rajoy ofrezca su cabeza a cambio de que el Psoe admita un gobierno del PP con Ciudadanos, porque aunque pase a la oposición Sánchez podría colocarse la medalla de que ha puesto fin a la carrera de Rajoy. Dos, que Podemos se niegue finalmente a renunciar al referéndum catalán porque Ada Colau está empeñada en que no se ceda en ese punto, y Colau mueve doce votos de Podemos. Tres, que el comité federal del Psoe pare los pies a Sánchez, que si ya llevó al partido al resultado peor de su historia, puede hundirlo aún más y hacer que se repita en España lo del Pasok en Grecia, cuando Syriza mandó a los socialistas a los infiernos.
Esto último preocupa mucho en el Psoe, donde dicen lagarto lagarto cuando se les plantea la repetición de elecciones. El millón de votos de Izquierda Unida, sumados a los de Podemos –probablemente Garzón llegaría a un acuerdo con Iglesias- supondrían una docena más de escaños para Podemos, y aunque esta formación tiene sus propios problemas internos, se produciría un sorpasso que el Psoe no se puede permitir.
La corrupción que atenaza al PP, y que estos días vuelve a aparecer en Valencia con su cara más negra y más vergonzosa, da argumentos al Psoe para no querer nada de acuerdos con el PP, pero independientemente de que desgraciadamente para Rajoy la corrupción está muy identificada con su partido, tampoco es que todo el Psoe sea trigo limpio, y no digamos Convergencia, a quien sin embargo Sánchez ha hecho un favor prestando dos senadores para tener grupo parlamentarios propio. Y en Podemos siguen poco claras las cuentas, el nepotismo se ha asentado con toda desfachatez, y además han incumplido la ley al recibir financiación de un país extranjero. Pero se les perdona todo.
Ciertos corruptos tienen un pasar si se necesita su apoyo.
Pilar Cernuda