viernes, abril 26, 2024
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La noche que Suárez iba a dormir sólo tres horas

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Mientras se suceden las grandes ceremonias y manifestaciones de despedida a Adolfo Suárez, indago en mis voluminosos archivos histórico-político-periodísticos y me encuentro con algunas notas confidenciales mías de aquellos lejanos días de la llegada al poder de este hombre que ya era mi amigo desde al menos un par de años antes.

El 6 de julio del 76 es el día y él había hecho una breve alocución televisiva a las nueve y media de la noche para conectar por primera vez como Presidente con los españoles. Una hora después le llamo a su casa y se pone al instante al teléfono, tres días después de haber comentado con él que su chance iba muy bien. Ahora, según mis notas, la conversación dura unos diez minutos. No me imagino nada parecido treinta y tantos años después. «Soy un profesional. Estoy absolutamente tranquilo. Yo paso por las cosas. Esto es una situación transitoria más».

¿Qué me quería decir con eso? Pues no sé… Le digo que su alocución me ha parecido estupenda y que en la oposición ha caído bien pero que tras las palabras quieren hechos.

-Los tendrán. Estoy dispuesto al diálogo.    

-No te oculto que piensan que si te diriges a ellos será porque no te queda más remedio, dadas las graves dificultades que vas a tener.

-No es por eso. Es que creo necesario el diálogo con todos.    

-¿Vas a dormir bien esta noche?    

-Bueno, todavía me quedan muchas horas de trabajo. Estos días me acuesto a las 4:30 de la madrugada y mañana empiezo a trabajar a las 7:30. No sabes el día que he tenido.    

-No me lo expliques. Es increíble que tengas ese estado de ánimo. Lo que siento es que ya no voy a poder decirte, como el otro día en las Cortes, cosas como «Jo, macho, Adolfo, la que estáis armando».    

-Que no, que no, que yo soy siempre igual y esto no cambia nada.

Por hoy no les cuento más. Quizá haya otras ocasiones. Pero esto me ayuda a sobrellevar la pena por su marcha después de tanto sufrimiento. Un abrazo entrañable y hasta siempre. Dado como estamos ahora en este país, casi no puedo creerme que sea cierto lo que les relato.

Pedro Calvo Hernando

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