No se habla de otra cosa en los círculos de poder –económico, político, periodístico-, y eso que no es habitual que se dé excesiva importancia al discurso que pronuncia el Rey en Nochebuena. Excepto dos o tres frases que provocan titular, el resto suena a dejà vu, o en este caso dejà ecouté. Los mismos mensajes, los mismos destinatarios, los mismos reconocimientos y homenajes. Pero en esta ocasión el Rey ha ido más allá, no solo por la forma, el lenguaje de cercanía, sino por el fondo: entonó un mea culpa que hacía falta y, todavía más importante, advierte que seguirá en la brecha, que aguantará el tipo y trabajará como ha trabajado hasta ahora. O más bien como trabajó en esos años en los que provocó tanta admiración dentro y fuera de España. Ha recuperado su espíritu, está en forma.
El Rey entonó un mea culpa que hacía falta y, todavía más importante, advierte que seguirá en la brecha
El Príncipe apareció al principio de la grabación, aunque esta vez no se facilitaron las imágenes del making of que el año pasado fueron tan comentadas. Estuvo allí porque suele compartir con su padre mucho más tiempo del que se cree y más confidencias de las que se piensa. Y además le gustan las cosas relacionadas con la comunicación, no solo porque está casado con una periodista. Sigue atentamente los movimientos de los profesionales y las instrucciones que se dan unos a otros, y pregunta mientras se preparan luces y cámaras, así como durante los descansos cuando los hay.
Don Juan Carlos no se ha limitado a anunciar que se mantiene al frente del timón, por decirlo en los términos marineros que tanto le gustan, sino que ha cerrado ya la agenda de las primeras semanas del 2014, lo que indica que se siente bien y sin los dolores que le tenían en un grito antes de pasar por las manos del doctor Cabanelas. Inaugura el año con la habitual Pascua Militar y después viaja a Lisboa. Y después a Paris y después… lo que haga falta.
En lo político, Montoro se mete en camisa de once varas y da un toque a Ignacio González advirtiéndole que se acomode a las cuentas que marca Hacienda en lugar de hacer política para los ciudadanos con vistas a que le designen candidato a la presidencia del Gobierno de Madrid. Montoro manda mucho en el bolsillo de todos, pero no en el partido, y no solo en el PP madrileño han sentado mal sus declaraciones: también algún dirigente nacional comentaba que debía dedicarse a lo suyo y no a opinar sobre cuestiones en las que ni pincha ni corta. Tiene una habilidad fuera de lo normal para irritar a tirios y troyanos. Cuando no es porque cruje aún más a impuestos, es porque hace comentarios que no debería hacer. Sobre los candidatos autonómicos y municipales se disparan los rumores, pero certezas no hay ni una. Ni siquiera se puede dar por seguro que la dirección nacional o la dirección madrileña hayan realizado encuestas sobre el nivel de aceptación de distintas personas …Unos dicen que sí pero otros, que saben, afirman tajantemente que es un invento.
Sánchez Camacho anuncia algo que era un secreto a voces en el PP, que Alejo Vidal Quadras no será candidato en la lista europea. El engañado suele ser el último en enterarse, pero no es el caso y al controvertido eurodiputado no le ha sorprendido la noticia. La prueba es que lleva tiempo buscando adeptos para crear una lista conservadora. Trató de llevar a Mayor Oreja a ese molino, e incluso ha estado en conversaciones con personas destacadas del partido conservador británico, a cuyo congreso acudió meses atrás precisamente para estrechar convenientes lazos.
Vidal Quadras lleva tiempo buscando adeptos para crear una lista conservadora. Trató de llevar a Mayor Oreja a ese molino
Vidal Quadras es un político válido y con buena trayectoria, pero excesivamente peleón y ha provocado problemas innecesarios. No es el único. A los que ya tenemos muchos años de mili en esto del periodismo político nos faltan dedos de las manos y los pies para contar cuántos son los que se han quedado en la cuneta por tirar excesivamente de la cuerda, sin darse cuenta de que a los que mandan los francotiradores les gustan lo justo.
Pilar Cernuda