viernes, abril 26, 2024
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El partido que no amaba a las mujeres

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Hace un año y medio desde que el Partido Popular llegó al poder y parece que su única obsesión en estos meses ha sido recortar derechos y libertades de las mujeres. Si la crisis económica ha supuesto el regreso a casa de miles de ellas, que han perdido su puesto de trabajo, el gobierno pretende, además, decirles como, cuando y con quien tienen que reproducirse.

La sanidad pública sólo pagará los tratamientos de reproducción asistida a los matrimonios de toda la vida

La maternidad, ese derecho que con tanto ahínco defiende el ministro Gallardón, que llegó a decir la perla ideológica de «una mujer no es mujer mujer, hasta que no tiene un hijo», ha dejado de ser un bien supremo cuando es el Estado el que tiene que pagar los tratamientos de fertilidad a solteras y lesbianas. Ellas nunca serán «mujeres mujeres» si no se lo pagan de su bolsillo. La sanidad pública, esa que lleva casi a escondidas Ana Mato, sólo pagará los tratamientos de reproducción asistida a los matrimonios de toda la vida porque, en el fondo, la maternidad no es lo importante, lo fundamental es nacer en un hogar como Dios manda. Suena tan a rancio, tan a franquismo redivivo, que cuesta pensar que puedan producirse retrocesos de tal envergadura en pleno siglo XXI.

Sólo desde la carquez más absoluta se puede excluir del sistema público a las mujeres en función de su estado civil. ¿No se ha enterado el Gobierno, tan preocupado por el bajísimo índice de natalidad, de que las madres solteras son uno de los puntales del relevo generacional? ¿No sabe Ana Mato, como no sabía que había un Jaguar en su garaje, que las estadísticas recogen el destacado incremento de niños que nacen en hogares monoparentales?

Hay destacados juristas que consideran que la medida, de aplicarse, podría ser inconstitucional. Otra cosa es que con la militancia del magistrado que preside el alto tribunal el recurso tuviera alguna posibilidad a de salir adelante.

Por sí faltaba algo a este cóctel, el viernes Gallardón volvió a amenazar con su denostado proyecto de reforma del aborto. Menos mal que es la tercera vez que lo hace y al final siempre le paran los pies. Pero, a tenor del cacao mental que tiene el responsable de Justicia sobre la regulación de las actividades de cintura para abajo, se podría colegir que sí la embarazada es lesbiana o madre soltera podría abortar sin problemas legales dado que no se le permite reproducirse en la Sanidad Pública.

La libertad de la mujer queda reservada a la elección del nombre del neófito

Si fuera coherente con su estrecha moral, Gallardón debería redactar de nuevo el proyecto incluyendo un cuarto supuesto de despenalización: si la futura madre no tiene pareja de varón, carta blanca.

Al final el Gobierno pretende ser quien decida en que condiciones se puede tener un hijo, con quien se deben mantener relaciones sexuales y que hacer si las mismas tienen consecuencias no deseadas. La libertad de la mujer queda reservada a la elección del nombre del neófito.

Como el país no está lo suficientemente cabreado ha decidido ir un paso más allá en la provocación.

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Victoria Lafora

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