jueves, marzo 28, 2024
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La hipocresía y la conspiración

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El «noble arte» de la política. ¡Venga ya! Habrá que desterrar esa frase de los manuales porque podemos convertirnos en el hazmerreir universal. Esta es una guerra de guerrillas, una guerra fría demasiado caliente o una guerra con armas de destrucción masiva. Para la causa valen igual Otegui que Garzón -los guerrilleros en el monte de Rubalcaba-, las contabilidades, sean falsas o verdaderas, y no importa poner en marcha una maquinaria que podría acabar destruyendo la propia esencia del Estado de Derecho. Todo vale, absolutamente todo, si con ello conseguimos la cabeza del adversario.

Antes que satisfacer a los propios o a los enemigos, hay que satisfacer al pueblo. Rajoy debería saberlo

No es ético ni estético, aunque sea legal, que el presidente del Tribunal Constitucional haya sido militante del PP. Incluso que haya pagado la cuota, aunque por eso debían hacerle un reconocimiento, cuando hay tantos militantes de tantos partidos que no la han pagado nunca. Pero es una incongruencia que se denuncie que un magistrado del Tribunal Constitucional -aunque ahora sea su presidente- haya tenido carné del Partido Popular, cuando todos los miembros de ese alto Tribunal y del Consejo General del Poder Judicial han sido elegidos en función de su adscripción política, de su dependencia o de su capacidad para atender los ecos de una determinada tendencia política. ¿O es que esos magistrados «independientes» antes de su elección, dejaban de serlo mientras estaban en el TC o en CGPJ y volvían a serlo inmediatamente después de dejar el cargo? ¿Es más importante un carné o una votación casi siempre esperada en función de la inclinación política? ¿A cuántos se ha recusado por esa conducta reiterada? Los magistrados de los más altos tribunales deberían ser juzgados por la independencia de su criterio, no por otra cosa. Y ellos deberían saber que se juegan su prestigio y eso debería valer más que su vida. Lamentablemente no ha sido así en la mayoría de los casos.

Lo mismo sucede con la comparecencia de Mariano Rajoy ante el Congreso. Dicen los suyos que está tranquilo y que espera su momento. Que no se duerma, que comparezca. Para acabar con la hipocresía de quienes se lo reclaman y no exigen lo mismo en situaciones similares -Pere Navarro en el Parlamento catalán por los casos de espionaje, Griñán en el andaluz por los ERE, Artur Mas cuando se compromete a saltarse las leyes a la torera- para atender las voces del pueblo y para frenar las posibles conspiraciones dentro de su partido. Casi siempre el enemigo interior es peor que el enemigo exterior.

Para eso necesitaría tener la fortaleza moral que se exige al gobernante en la adversidad. Como decía Maquiavelo, «un príncipe debe inquietarse poco por las conspiraciones cuando el pueblo le tenga buena voluntad; pero cuando le sea contrario y le tenga odio, debe temerlo todo y a todos». Antes que satisfacer a los propios o a los enemigos, hay que satisfacer al pueblo. Rajoy debería saberlo.

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Francisco Muro de Iscar

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