El 83% de los españoles cree que los partidos políticos son la institución más corrompida, seguidos por el Congreso de los Diputados (67%) y el sector privado (43%), según una encuesta de la ONG alemana Transparencia Internacional. Los encuestados reparten las culpas de esta situación entre distintas instituciones, pero a su juicio los principales responsables son los partidos políticos y el gobierno. En una escala del uno al cinco -de «no es un problema en absoluto» a «es un problema muy serio»- la corrupción se dispara hasta el 4,5%.
Estos son, en síntesis, los resultados de una encuesta demoledora que pone los pelos de punta y debería servir para que los partidos políticos practicaran de verdad la «tolerancia cero» con ese lacra, si no quieren terminar muriendo por consunción. Las «cuatro horas con Barcenas», esa bomba informativa de Pedro J. Ramírez publicada el pasado domingo, relata con precisión como es la mecánica de la financiación ilegal de los partidos. Un «modus operandi» que quedó definido por la FILESA socialista y que se ha calcado e instalado en el PP de los últimos 20 años o, al menos, eso es lo que sostiene el extesorero. «El dinero se entregaba en bolsas maletines o maletas (..) cuando el donante abandonaba el despacho Lapuerta apuntaba en una tarjeta el nombre y la cuantía de la entrega. Al día siguiente o como mucho durante la semana posterior llamaba al ministro, secretario de estado, presidente, consejero autonómico, alcalde o concejal competente en el asunto que afectaba al donante. ¿Qué tal? Soy Álvaro Lapuerta. Te va a llamar fulano y tengo interés en que lo recibas. No conozco el tema del que te va a hablar. Sólo te pido que seas amable y te tomes un café con él». Es verdad que se puede argumentar que «recibir» no es «delinquir» pero es raro que se hagan donaciones altruistas a cambio de nada.
Todos en el PP y en el Gobierno salvo Cospedal, Floriano y poco más están callados, escondidos, agazapados
El problema de este relato y, del resto de los datos que aparecen en la conversación con el director de El Mundo, es que aún en el supuesto de que fueran todos falsos tienen verosimilitud Lo malo no es sólo la letra, que habrá que demostrar si es cierta, sino que la música resulta muy familiar, incluso fiable. Que Bárcenas es un golfo sin escrúpulos que quiere morir matando no cabe la menor duda, que es un chantajista lo ha demostrado sobradamente y que se ha enriquecido robando a manos llenas al PP es un hecho, pero todo eso es su responsabilidad y por ello, de momento, está en prisión. Pero que sea un chantajista y un sinvergüenza no significa que el objeto del chantaje no exista y por lo tanto habrá que dilucidar si estos hechos, que abochornan a cualquier demócrata, son ciertos y hasta que nivel eran conocidos y consentidos. Tal vez todo sea mentira: el dinero negro, la cuenta B, los sobresueldos a los máximos dirigentes del PP, la financiación ilegal y toda esa mierda, pero si es cierto y se puede probar, los señalados con el dedo acusador del extesorero deben dar la cara con urgencia para que este escándalo no termine arrastrando a todo el partido político incluso al Gobierno.
Todos en el PP y en el Gobierno salvo Cospedal, Floriano y poco más están callados, escondidos, agazapados, como si tuvieran el miedo metido en el cuerpo y su silencio es más estruendoso a medida que
Bárcenas tira de la manta. Más allá de responsabilidad judicial es necesario que se exija una responsabilidad política y aquí faltan explicaciones de todo tipo. De hecho, en la encuesta antes referida el 66% de los españoles considera que la corrupción ha empeorado en los últimos dos años y un 72 % tilda al Ejecutivo de «ineficaz» frente a ella.
Eso sí, según la misma el 71% de los encuestados señala que no denunciaría un caso de corrupción, ya que, según un 72%, reportar estos delitos económicos «no sirve para nada». Este dato es desalentador y tal vez por eso porque durante demasiados años se han creído inmunes y nadie les denunciaba los corruptos capean a sus anchas.
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Esther Esteban