viernes, abril 26, 2024
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Verso suelto

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Monago, el presidente extremeño que tan orgulloso se siente de su antigua profesión de bombero, está dispuesto a encender todos los fuegos dentro del Partido Popular. Actuando como un verso suelto ha decidido, en contra de la política de su partido en el Gobierno central, bajar los impuestos en su tierra.

Es una bajada simbólica, sin repercusión económica de calado y que a los bolsillos de los contribuyentes solo les va a suponer 23 euros de ahorro. Pero afecta al núcleo duro del sistema impositivo; ese que a Montoro tanto le gustaría aliviar por mor de conservar los votantes de clase media castigados duramente por la crisis.

Monago recuerda que mientras «unos suben los impuestos a otros le han bastado dos años para bajarlos»

José Antonio Monago no solo ha bajado los impuestos, ha sacado pecho y, para tocar las narices a sus colegas de otras autonomías, ha recordado que mientras «unos suben los impuestos a otros le han bastado dos años para bajarlos». Solo le ha faltado añadir: tonto el último.

Es una gota de veneno más en el clima de crispación que viven las comunidades autónomas del PP, por el tema del déficit, la financiación del Estado y los recortes que se ven obligados a realizar para pagar deudas por los antiguos fastos.

El coste de esta bajada impositiva a las rentas más cortas, con menos de 28.000 euros de ingresos, será de alrededor de diez millones de euros, a los que habrá que sumar otros catorce en la rebaja del impuesto de sucesiones, donaciones y trasmisiones patrimoniales.

Alardeó también el presidente extremeño de ser la región con las cuentas más saneadas, manteniendo la paga extra de los funcionarios y cobrando el impuesto de patrimonio.

No hay que olvidar que Monago gobierna gracias a la abstención de tres diputados de Izquierda Unida. Pero parece sentirse muy cómodo en su papel de progresista sobrevenido y de defensor de políticas sociales antagónicas a las de sus compañeros de partido.

El tema tiene su aquel por el miedo que les está entrando al resto de presidentes autonómicos ante los negros vaticinios de las encuestas sobre las elecciones de aquí a dos años.

Este último «desafío» de Monago debe tener de los nervios a los que ven su reelección en el alero

Como ya sucedió con el PSOE, Valencia, Murcia, Madrid, hasta ahora puntas de lanza del poder territorial del PP, pueden perder el poder como castigo a una política de Mariano Rajoy que tiene encendidas a las clases medias. La patada en el trasero, temen, se la van a llevar ellos primero, porque los recortes sociales en educación y sanidad los aplican las CCAA. Si a eso sumamos las continuas apelaciones de Aznar a la necesidad de cumplir el programa electoral con la exigencia de bajar los impuestos, la polémica está servida.

El más grave encontronazo en la última cumbre de presidentes autonómicos del PP la protagonizaron, precisamente, Monago y Fabra, el presidente valenciano. La razón: la exigencia asimétrica del déficit. Cuentan los asistentes que la tensión se mascaba en el ambiente. Fabra, comido por las deudas, con medio grupo parlamentario imputado por corrupción, con una revuelta en sus filas que ha llevado al diputado Blasco a negarse a dejar el escaño, ha necesitado un coach personal para reforzar su liderazgo. O lo que es lo mismo, para enseñarle a mandar.

Lo dicho: este último «desafío» de Monago debe tener de los nervios a los que ven su reelección en el alero.

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Victoria Lafora

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