miércoles, mayo 8, 2024
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El desafecto monárquico

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El dirigente ‘popular’, Javier Arenas, ha afirmado que “hay que ser muy miserable para no ver el papel clave de la Monarquía» y que «los hechos puntuales no pueden borrar la hoja de servicio impecable de Don Juan Carlos». Puede que esto sea sí, pero no es eso lo que comienza a germinar en la sociedad española.

Los adjetivos que maneja Javier Arenas debería dirigirlos en otra dirección

En un contexto de dificultad, los españoles buscan en una jefatura del estado que se instituye exclusivamente por derecho de nacimiento, en abierta contradicción con la realidad objetiva de una sociedad moderna o del mismísimo articulado de la Constitución sobre los derechos y deberes de los españoles, la obligación mora y, en gran medida, estética de la familia que posee ese privilegio es la actuar en consonancia con la imagen y la estabilidad que la sociedad demanda.

Lo que ha pasado es que en el último año se han sucedido ataques internos en la propia Casa Real, porque, por ejemplo, con independencia de lo que se opine jurídicamente sobre las actuaciones del Juez Castro, lo que parece es que la familia de la hija del Rey se benefició de su posición estratégica para hacer sus propios negocios con muchas zonas de sombra, por no hablar de los asuntos desvelados por la propia Corinna, el accidente por el que el propio Rey tuvo que disculparse, y un etcétera ominoso en el que no se ha visto por ningún lado un alma republicana que estuviera moviendo los hilos del desgaste en la sombra.

Javier Arenas tiene razón en que los borrones no pueden ensombrecer la hoja completa de servicios. Sin duda. Pero los adjetivos que maneja el político andaluz debería dirigirlos en otra dirección. Hasta que no se demuestre lo contrario en la situación que atraviesa la monarquía a uno u otro lado de la puerta de palacio, los únicos miserables conocidos, según la policía y sus informes, son los que se lucraban llevándose al bolsillo el dinero de actividades sociales que recaudaban a las administraciones públicas por su cara bonita. Por su real cara bonita, mejor dicho.

Editorial Estrella

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