Los políticos como los borrachos tienen un punto en el que, sin querer, se les suelta la lengua y son absolutamente sinceros y vulnerables. Los segundos, cuando han empinado el codo, y los primeros cuando creen que el micrófono está cerrado. Le pasó a Trillo, a Bono, Aznar y Zapatero entre muchos. Esperanza Aguirre terció en una de ZP, recordemos, e ironizó con que al Presidente del Gobierno le habían pillado con “el carrito de los helados” por aquella conversación con Iñaki Gabilondo, tras un programa electoral en 2008, en la que admitía que había que meter presión a la campaña.
Pero por la boca muere el pez y después de la crítica a Zapatero, la presidenta madrileña, ha tenido numerosas oportunidades para callar delante de un micrófono abierto. Esperanza Aguirre tiene tanto desparpajo como imprudencia y, en esa frontera incierta de la falsa ingenuidad en la que tanto le gusta moverse, lleva camino de lograr el récord de ser el político o política con más “pilladas”.
Ya le ocurrió hace unos años con el “hijo de puta” de Caja de Madrid y le ha vuelto a suceder con el “puto dinero” que dice no tener. A mi juicio caben dos lecturas sobre esa confesión tan terrible como sincera.
Primera. Si la Comunidad de Madrid que preside desde hace ocho años no tiene un “puto duro” es que, con independencia de la crisis, el que había lo ha gestionado muy mal. Los recortes en materias social, sanitaria y educativa son evidentes y lo serán más en los proximos años. Al abrigo de las vacas gordas, la Comunidad de Madrid presidida por Esperanza Aguirre se limitó a derrochar el “puto” dinero en grandes obras e infraestructuras de dudosa necesidad y utilidade como se ha demostrado con el tiempo. Pudiendo citar muchos ejemplos, el más bochornoso puede ser el de la ciudad fantasma de la Ciudad de la Justicia, un monumento al despilfarro alimentado durante años por la señora Presidenta. Por tanto, si no hay un puto duro es responsabilidad únicamente suya.
Segunda. Doña Esperanza Aguirre debería hacer un curso de reciclaje en alguna de las Universidades públicas a las que tanto ha denostado y asfixiado financieramente. Y debería hacerlo porque en los últimos años está demostrando que su alto nivel de estudios no se corresponde con sus actuaciones y palabras, dejando, con ello, en muy mal lugar a los profesiones que le inmpartieron clase. Cuando hace más de dos meses insultó gravemente al exalcalde de Getafe, Pedro Castro le respondió tan hábilmente que sus palabras hoy siguen teniendo vigencia: “Ahora sabemos por qué Esperanza Aguirre pide excelencia en la Educación. Ella no tiene ni lo uno ni lo otro”.
No andaba descaminado el Sr. Castro. Ya no estamos hablando de uno o varios despistes o de no enterarse de que el micrófono está abierto y las grabadoras de los periodistas concectadas. No. No se trata de eso.
Simplemente se trata de educación o falta de ella. Algo que, como el valor a los militares y por su curriculum, se le suponía a la Condesa consorte de Murillo y Grande de España.
Una puta pena de que no sea así.
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Alfonso García