miércoles, mayo 8, 2024
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Refugiados

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No se puede negar. El problema de la inmigración extracomunitaria y las dificultades que ésta genera requieren de una reflexión profunda en Europa. También le toca a España no hacerse la distraída y diluir su respuesta ante la afluencia de cientos de miles de refugiados vecinos de la masacre en Libia, o en Siria, Bahrein, Yemen, y el ahogamiento de las protestas en Irán.

Las cifras nos apelan. Sólo en Libia han huido más de 700.000 personas desde que estalló el conflicto y más de mil africanos han muerto ahogados en el Mediterráneo tratando de alcanzar Europa en los últimos meses. Y no nos vale denunciar las “presiones xenófobas” de “otros” (Francia e Italia) mientras no se ofrezca el propio suelo. No. No son éstas propuestas humanitarias fiables.

Pero ¿es ahora el momento para revisar Schengen, de trazar límites a la llegada de refugiados, ante centenares de miles de personas que huyen de la masacre en países vecinos? No es moralmente aceptable que sea precisamente ahora. Lo que no se ha sabido regular en tiempos más apacibles no puede hacerse ante la huida de la muerte.

Tal vez reconocer cierta impotencia sería saludable; aunque no toda, claro, pero podría ello hacer galvanizar políticas razonables y generosas, si se puede. Sería mentira proclamar que nuestra superioridad y confort lo pueden todo. Pero también ruin observar que muy poco.

“Un problema de Europa que tenemos que examinar”, proclama Rubalcaba, el líder virtual del PSOE, ante las demandas desde Europa para la regulación del espacio Schengen. Es un pobre discurso para quien reafirma la superioridad moral de la izquierda española, mientras que en la derecha se revela inexistente. Si los que huyen son un problema, si Europa no se alza con un discurso a la altura de las circunstancias habrá fracasado.

Es todo lo mismo. En un país (España) donde su máxima instancia jurisdiccional (que no jurídica) discierne entre la izquierda abertzale y Batasuna (para preservar la primera), ignorando que siempre y en todo momento las sucesivas marcas de Batasuna se han autodenominado “la izquierda abertzale”, apropiándose de un espacio en exclusiva, puede pasar, también, que la oleada de refugiados no nos haga ni mella.

Chelo Aparicio

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