Como ustedes saben, en el PP de Asturias se ha producido un terremoto cuyo epicentro atiende por Álvarez Cascos. Aparte de temas políticos, entre los motivos causantes del seísmo se cita el que haya sido considerado como sexagenario (se supone cierta mala milk) por sus correligionarios. Todo ello ha provocado una reacción visceral, iracunda, y para mí insólita, del señor Cascos, ya que ha considerado lo de sexagenario o sesentón como un insulto.
Es decir: ambas partes han logrado quedar fatal; lo cual tiene su mérito.
El señor Cascos solicitó amparo al señor Rajoy. Muy mal hecho. Si se hubiera dirigido a mi modesta persona en estos momentos tendría el ego por las nubes. Después de tumbarle en un diván y desaconsejarle cualquier tinte u operación estética, le hubiera argumentado que estos hechos se producían mientras una ilustre perteneciente al selecto club de sesentones: Dilma Rousseff era investida como Presidente de Brasil. También hubiera recalcado que dicho club también tiene estratégicamente bien colocada a Hillary Clinton y una futura socia es precisamente una de las personas que más influye en nuestra cotidianeidad: Ángela Merkel.
El señor Cascos, que llegó a vicepresidente del gobierno español, tiene fama de no atender razones, pero con gran mano izquierda por mi parte le haría comprender que ser contemporáneo de Barenboim, Paul McCartney, Ringo, Eric Clapton, Françoise Hardy, Elton John, Brian Wilson, Barbra Streisand, Los Rolling Stones, Diana Ross, Bob Dylan y muchos otros que forman parte de mi santoral terrenal, no solo no es un insulto sino un honor.
Si el asunto se pusiera difícil, cosa que no dudo, le recordaría que Stephen Hawkins o Mariano Barbacid también pertenecen a este exquisito club y como terapia final citaría a tanta gente sesentona que nos hace pasar tan buenos ratos como Robert de Niro, Candice Bergen, Jacqueline Bisset o Harrison Ford. Asimismo en España Serrat, Miguel Ríos o sus paisanos Víctor Manuel y el futbolista Quini.
Si no le convenciera, le enviaría final y directamente a Corporación Dermoestética.
Como adivinarán, yo también soy sesentón. Como muchos de mis familiares y amigos. Todos con más energía que un adolescente. En especial las mujeres. Aunque en general estamos orgullosos de serlo, pues los nacidos en la década de los cuarenta, en plena postguerra española y mundial, hemos tenido de todo menos una vida aburrida y pensamos seguir así.
Por último solo apuntar que ignoro si un elevado consumo de la estupenda Sidra el Gaitero ha tenido algo que ver en todos estos hechos. Si es así: me alegro por esta tradicional empresa que nos ha proporcionado tantas alegrías, a un precio muy ajustado, desde hace tantísimo tiempo.
Paco Fochs