viernes, abril 26, 2024
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El estreno de Trini

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Ella, Trinidad Jiménez, es una mujer entusiasta allá donde le pongan. Si tiene que competir con Gallardón, lo hace y si después de unos años se tiene que meter en el innecesario charco de unas elecciones primarias en el PSM, no lo duda. Lo que le proponga el presidente para ella es una orden que asume sin parpadear. Ahora, por ese movimiento de fichas que siempre conlleva cualquier cambio de Gobierno, le ha tocado estar al frente de Exteriores. Su estreno fue como pensárselo porque estar al lado del ministro de Exteriores de Marruecos cuando este explica, sin mover una ceja, el por qué de las restricciones a la libertad de prensa, tiene lo suyo. Su estreno fue erróneo porque ante esas palabras de un ministro de un gobierno como el marroquí, la ministra dijo que no compartía, pero que…bueno, las razones alegadas…

Dos días después, el ejército de Mohamed entraba como elefante en cacharrería en un campamento saharaui, que instalado en medio de la nada, pedía mejores condiciones de vida. Entraron a saco pero antes de hacerlo se produjo el apagón informativo, estableciéndose así un tic claramente dictatorial. Los atropellos marroquíes lo más que han sugerido a nuestro Gobierno es un lamento por los hechos y pedir a quien los comete; es decir al ejecutivo de Mohamed, una investigación sobre los mismos. Por muchos intereses que tenga España en Marruecos -que los tiene-, estos no pueden llevar a que los principios sucumban de manera tan estrepitosa.

Todos somos conscientes de los intereses españoles en Marruecos y nadie pretende nada que no pase por la diplomacia y por preservar las relaciones con este vecino tan complicado, pero el Gobierno, además de atender a esos intereses debe atender a su propia opinión pública que demanda mayor contundencia con un régimen  tan insoportable como el de Mohamed. España no puede resolver el problema del Sáhara y es necesario ese llamamiento a la UE que tampoco se ha conmovido, pero nuestro Gobierno debe ofrecer a los españoles un relato convincente de por qué tanta prudencia –excesiva- ante los desmanes marroquís. El letargo europeo en general están permitiendo que Mohamed toree a propios y extraños pero España debería hacerse un hueco ante tanto silencio y como buenos amigos que somos decir a Marruecos que así no se hacen las cosas. ¡Que menos!

Charo Zarzalejos

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