viernes, mayo 17, 2024
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Europa ante Cuba

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Para defender el cambio de la posición común de la Unión sobre Cuba, en lo que el Gobierno español insiste desde hace años, se argumenta que el punto de vista contario –riguroso con la dictadura de Castro es la manifestación de un principio que no lleva a conseguir modificaciones en el régimen de la isla y que, además, no se mantiene idéntica posición ante otras dictaduras o regímenes similares. En esto último tienen razón, pero la constatación de las incoherencias no es un argumento contra el rigor con Cuba sino contra la condescendencia con otros que, ciertamente, deberían ser tratados igual. El primer argumento puede tener coyuntural fundamento pero la experiencia enseña que, por el momento, ni la rigidez ni la tolerancia, que han sido alternativamente sostenidas por los gobiernos de España, dan los resultados esperados con un régimen que controla hasta la mínima expresión a los ciudadanos, mantiene una legislación  contraria a los derechos humanos, cuenta con el apoyo de gobiernos autoritarios para sobrevivir a la ruina de su sistema económico y trata a los disidentes con una brutalidad exasperante.

Por todo ello, por la naturaleza de la dictadura castrista, el mantenimiento de la posición común es una buena noticia. El hecho de que la Unión haya encargado a su representante para los asuntos exteriores que sondee durante los próximos dos meses la actitud de Cuba y la posibilidad de algún acuerdo comercial en el contexto de las relaciones con otros países de la región, puede ser interpretado como un modo de aligerar el rigor o, simplemente, como una nueva oportunidad para que el Gobierno de Castro cambie radicalmente de política. Esta posibilidad es, en las circunstancias actuales, tan improbable como deseable, pero ya veremos. De todos modos, este sondeo oficial de la Unión Europea servirá para comprobar si lo que pretende el régimen es ir cambiando, aunque sea por la presión y por la necesidad de ayuda ante su calamitosa economía o si, como ha ocurrido hasta ahora (con Europa y con la Organización de Estados Americanos, por ejemplo), lo que busca Castro es, simple y llanamente, un aval para su régimen a cambio de expulsiones de presos políticos.

Si este es el caso, como ha sido hasta el momento (incluso pretendiéndolo de la Iglesia Católica cubana), la posición europea debe seguir manteniéndose tan firme como hasta hoy.

Germán Yanke

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