viernes, mayo 17, 2024
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El presidente deteriorado

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Cuando las cosas van bien, como le ha ido al presidente Rodríguez Zapatero hasta que la crisis económica lo ha desbaratado todo, las disidencias, si las hay, son minucias, piedrecitas diminutas en el camino que se apartan con una patadita o se recogen con una sonrisa. Más aun cuando el presidente, por aquello tan repetido de que «nos lo podemos permitir», concedía lo que se le pedía, prometía lo que fuese y dejaba hacer lo que fuera si no ponía en cuestión su liderazgo. Ahora todo se ha vuelto del revés y, aunque aún se quiera disimular con crecientes dificultades, la disensión, el enfado, el desconcierto o el enfado aparecen por aquí y por allá.

No llegará la sangre al río, desde luego, porque no hay modo, por el momento, ni de sustituir a Rodríguez Zapatero como líder ni de modificar la línea política del Gobierno por la presión del partido. Las cosas son como son y el resultado, que ya se palpa, es el incremento de la tensión y el desagrado. Esta semana han sido el almacén de residuos nucleares, el recorte de gasto y la elevación de la edad de jubilación, pero el desconcierto interno se ampliará a otras cuestiones que ya no tendrán la red de seguridad de un líder indiscutido: la política del agua, las relaciones institucionales y económicas con la Autonomías, el Estatuto de Cataluña, etc.

La versión más optimista de la absurda polémica sobre la candidatura de Rodríguez Zapatero en el 2012 asegura que, además de desconcertar al PP, tendrá más efecto su anuncio cuando las cosas vayan mejor. Pero el desconcierto que se acrecienta está, me parece, más cerca del PSOE que de la oposición, y las cosas sólo podrían ir mejor para el presidente si contiene, cuanto antes, lo que se le va de las manos y rectifica lo que ha causado el desastre. Todo lo demás es deterioro.

Germán Yanke

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