El Presidente Obama centró su discurso del Estado de la Unión en temas económicos. Era obvio dado el estado del país. Hubo otros anuncios interesantes que empezarán ahora a dar que hablar. Habló, por ejemplo, de la necesidad de replantearse si no hay que volver a construir centrales nucleares y afirmó que hay que cambiar la política hacia los homosexuales en las Fuerzas Armadas.
Tratando de evitar la exclusión y discriminación de homosexuales y lesbianas en las Fuerzas Armadas, una ley de 1993 implantó el principio de «no me pregunte y yo no lo digo», es decir los miembros de las Fuerzas Armadas no podían manifestar su inclinación sexual y sus jefes no podían hacerles preguntas sobre la misma.
Obama ha dado a entender que hay que revisar esa política lo que permitirá a homosexuales y lesbianas revelar su condición sin temor a la más mínima represalia. El Secretario de Estado de Defensa Robert Gates tiene el próximo martes la primera reunión para empezar, «cuidadosamente, muy cuidadosamente» a modificar la práctica existente. Gates debe saber que el cambio propugnado por Obama tiene algunos opositores, el General Jefe de los marines, James Conway es uno de ellos, y de ahí que quiera actuar con cautela.
Aunque la propuesta avanzará, en la arena política hay asimismo detractores. El senador McCain, candidato derrotado a la presidencia y, por su pasado militar, persona muy respetada en la institución castrense, se ha manifestado en contra: «Esa política ha resultado adecuada en los últimos 16 años y tiene el apoyo de los militares en todos los niveles. ¿Por qué cambiarla en estos momentos cuando nuestros soldados se sacrifican en dos guerras…?».
Una de las cuestiones que Gates y sus colaboradores deben estudiar es el costo del cambio, consideración de si los gays deben tener dependencias separadas o duchas diferentes, la existencia de parejas o esposos de algunos de ellos, penalización de cualquier vejamen discriminatorio etc… Se cree que la medida, con algún resquemor, será implementada este año.
Inocencio Arias