domingo, mayo 5, 2024
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Y no pasa nada

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La política vasca está cambiando. Hasta la Ertzaintza detiene comandos. Es un nuevo ciclo en la política de Euskadi. Un ciclo que está marcado por la normalidad. Si. Porque la normalidad es lo que sucede cuando se toman decisiones que afectan a la raíz de las cosas y luego no pasa nada. Hasta hace bien poco, las calles de los pueblos y ciudades estaban invadidas por carteles y fotografías de presos terroristas. Nadie las tocaba porque entonces eso era lo normal. Lo normal en Euskadi era que los delincuentes fueran reconocidos como héroes en los muros de las calles. Un sinsentido que se establecía como consecuencia de «la posición ganada».

Eran los tiempos de Setién o de Arzallus, que llamaba a los alevines de los asesinos y a los asesinos mismos «los chicos de la gasolina». Y entonces aquello era lo normal. Pero ahora no. Las cosas han cambiado. Los presos están en las cárceles y sólo allí. No están persiguiendo a la población desde fotografías fotocopiadas por todas partes. Ya no. Y los policías autonómicos colaboran en el desmantelamiento de la red social del terrorismo cumpliendo con su papel de garantes de la seguridad ciudadana. No como antes, que actuaban con prudencia significativa.

Ahora lo hacen con determinación, porque es lo normal. Y lo normal es que la policía detenga a los terroristas, los interrogue y los ponga ante el juez. Y que no pase nada. Lo normal es que en Euskadi se pretenda conseguir participar en la gran industria española. La del turismo. Un turismo que puede disfrutar visitando los territorios históricos. Y participando de la combinación de bellezas singulares con la modernidad de los emprendedores. La montaña vasca y el Guggenheim, como símbolos de la interacción de una propuesta cosmopolita de modernidad.

Antes lo normal era confundir las campañas turísticas con los homenajes al milenarismo etnicista. La piedra y el arado. Ahora no. Las tradiciones ocupan el espacio que les corresponde en un mapa de actualidad cultural y de miradas hacia el futuro. Y no pasa nada. Porque cuando lo normal funciona, nunca pasa nada. Porque lo correcto es enfocar las relaciones políticas, las sociales y las culturales en la dirección de la normalidad para que ésta sea el principio de la aplicación de un derecho que lo es desde que se institucionalizó en las declaraciones de los racionalistas: el derecho a la búsqueda de la felicidad.

Euskadi es un país normal ahora más que antes. Y no pasa nada. Porque los vascos han emprendido el camino de la búsqueda de la felicidad frente a los delirios tribales de quienes creen que en el sufrimiento y en la socialización del dolor está el futuro. El futuro a sangre y fuego; su futuro. Y no pasa nada cuando los meten en la cárcel. O cuando les descubren la cocaína encima a los gudaris, para traficar con ella. No pasa nada porque a nadie le interesa ya la miseria moral de esa gentuza.

Ahora que no pasa nada hay que ir a Euskadi y saborearla. Con toda su libertad y con todo su futuro. Merece la pena y no pasa nada.

Rafael García Rico

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