La crisis política abierta en Argentina tras la muerte en extrañas circunstancias del fiscal Alberto Nisman escribe un nuevo capítulo con la imputación de la presidenta Crisitina Fernández de Kirchner. El sucesor del fiscal fallecido, Gerardo Pillicita, ha decidido impulsar la investigación contra la presidenta argentina y la ha imputado, entre otros cargos públicos, por encubrir presuntamente a los sospechosos iraníes de llevar a cabo el atentado contra la mutua judía AMIA, que se saldó con la muerte de 85 personas el 18 de julio de 1994 y se convirtió en el peor ataque terrorista perpetrado en suelo argentino de toda su historia.
Además de Fernández de Kirchner, han sido imputados dos colaboradores de su Gabinete -el ministro de Exteriores, Héctor Timerman y el diputado oficialista Andrés Larroque-, el líder sindical Luis D'Eñía y el dirigente de la coalición izquierdista Quebracho, Fernando Esteche.
El nuevo fiscal del caso AMIA se ha basado en la denuncia de 300 páginas presentada por Nisman cuatro días antes de que fuera hallado muerto en su apartamento de Buenos Aires en un aparente suicidio que poco a poco han ido desmontando las pruebas periciales. Nisman denunció «la existencia de un plan delictivo destinado a dotar de impunidad a los imputados de nacionalidad iraní acusados en dicha causa (AMIA), para que se sustraigan de la acción de la justicia argentina».
De acuerdo con Nisman, el Gobierno argentino habría negociado con Irán un acuerdo por el cual se comprometía a diluir la acusación contra los sospechosos iraníes a cambio de un canje de petróleo persa por granos argentinos. El supuesto plan de la Casa Rosada era acusar a células terroristas locales del ataque para desviar las sospechas que recaían sobre cinco iraníes, entre ellos el expresidente Akbar Hashemi Rafsanyani y el exministro de Defensa, Ahmad Vahidi,los cuales no han llegado a ser nunca interrogados.
El cadáver de Nisman fue encontrado el pasado 18 de enero en su casa, ubicada en el 13º piso de la torre Le Parc, en Buenos Aires. El fiscal del caso AMIA estaba tendido en el baño y con un disparo encima de su oreja derecha. Aunque en un principio se barajó la hipótesis del suicidio, ahora tanto la familia como los investigadores lo han descartado. El Gobierno, por su parte, apunta a un complot de la Secretaría de Inteligencia para derrocar al 'kirchnerismo'.
La popularidad de Fernández cae en picado
Ante los incesantes rumores que apuntaban a la imputación de Fernández, la Casa Rosada ha restado importancia a la acusación formal y ha advertido de que dicha imputación sería «una clara maniobra de desestabilización democrática». «No tiene ningún valor jurídico, no tiene ninguna importancia», afirmó el secretario general de la Presidencia de Argentina, Aníbal Fernández.
Fernández de Kirchner ha sido muy cuestionada en las últimas semanas por su gestión al frente de la crisis que se ha abierto a raíz de la muerte del fiscal, y su popularidad se encuentra en uno de los momentos más bajos de su mandato.