domingo, mayo 19, 2024
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Policías en acción: controles de drogas y alcohol

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El Ministerio de Interior, a través de la Dirección General de Tráfico (DGT), pretende llevar a cabo este año un 38% más de controles que los realizados en 2015. Por eso habrá 45.000 pruebas más, en consonancia con el Plan Estratégico de Seguridad Vial 2010-2020. El año pasado la Policía Municipal efectuó 165.700 pruebas de alcohol y 702 de drogas, de las que 6.481 dieron positivo en bebidas (4%) y 352 (50,14%) en estupefacientes, según datos proporcionados por la Policía Municipal de Madrid.

La Unidad de Atestados es la única que hay en Madrid dedicada a realizar exclusivamente controles. Los policías se dividen en turnos y, por la mañana, a mediodía y por la noche salen a la calle para intentar evitar que cientos de conductores se pongan al volante bajo los efectos del alcohol o las drogas.

Antes de salir, los policías se reúnen en un pase de lista. Un sargento y un cabo leen la orden del día y asignan a cada pareja de agentes el trabajo que les toca. Para el control de drogas y alcohol se destinan seis efectivos con tres furgones -o cuatro efectivos y dos furgones, dependiendo del servicio-, cada uno de ellos equipado con un etilómetro evidencial -de mayor exactitud-, tres etilómetros portátiles -aparato por el que los conductores soplan a través de una boquilla de plástico- y un equipo de drogas.

El equipo, formado por cuatro o seis personas, sale a realizar los controles con etilómetros y equipos de droga

El equipo se puede encontrar con conductores que superan la tasa de alcohol, que han consumido algún estupefaciente como cocaína, cannabis o anfetaminas, o incluso con la obligación de llamar a la grúa para retirar un coche porque la persona al volante no se encuentra en condiciones.

Controles de alcohol y drogas

Viernes por la noche. Acaba de empezar el último turno, el nocturno, el más complicado, y los agentes reciben una llamada que alerta de un accidente: un conductor borracho y bajo los efectos de las drogas ha chocado contra una farola. José, el conductor, casi no se tiene en pie, ha consumido alcohol, cocaína y porros. Dentro del furgón de la Unidad de Atestados los agentes le realizan un control. El accidentado ha dado 0,73mg/l en la prueba de alcoholemia, una cantidad muy por encima de los límites legales (0,25mg/l).

Después, un policía somete al accidentado a la prueba de drogas con el 'drugwipe', “nosotros le llamamos chupa-chups”, comenta uno de los agentes. El utensilio se le pasa por la lengua para obtener saliva, hay que esperar unos minutos y ver cómo alguna de las tres rayas que hay aparecen en la pequeña pantalla. Si no aparece, el conductor ha consumido algún tipo de sustancia.

Al cabo de 15 minutos se le vuelve a realizar la prueba y los agentes registran la lectura menos dañina para el afectado a la hora de hacer la denuncia. “Siempre en pro del reo”, señala uno de los policías. José ha dado positivo en varias sustancias, no tiene puntos en el carnet, su coche no ha pasado la Inspección Técnica de Vehículos (ITV), tampoco tiene al día los papeles del coche y se ha dado a la fuga tras el golpe. “Hoy pasa la noche en el calabozo, hasta que venga su abogado” relata un agente. “No es la primera vez que consumo, pero sí la primera que me pillan”, cuenta resignado mientras masculla que “me tenía que haberme quedado en casa”.

Pero José no es el único que coge el coche sin estar en condiciones de conducir. Durante un control, los agentes paran, siempre de forma aleatoria, a los conductores. Una noche pueden dar positivo muchas personas y otra casi ninguna, cada noche es diferente, cuentan los miembros de la Unidad de Atestados.

El sargento Juan Carlos Galaz Ortega explica que cuando ordenan a alguien detenerse “le pedimos el permiso de conducir y la documentación del vehículo. Cuando tenemos eso vamos comprobando la documentación en la furgoneta y vemos si esa persona tiene retirado el permiso y después la documentación del coche como la ITV y el seguro. Después le hacemos la prueba de alcohol y si da negativo, continúa”. Cuando han parado el coche, ellos deciden si ven signos claros, como ojos rojos, si hacer el control de drogas. “El aparato es mucho más caro y no podemos hacer tantos”, detalla el cabo Palencia.

“Estaba un poco nervioso porque no sabía como funcionaba”, explica Sergio tras haber pasado el control de drogas. Su nerviosismo es común entre quienes son parados por la policía, aunque sepan que van a dar negativo.

Las bicis tampoco se libran

Desde que el Ayuntamiento puso en marcha Bicimad, el sistema público de alquiler de bicicletas en la capital, «los controles han aumentado” también sobre los ciclistas. Muchos usuarios desconocen que mientras conducen en bicicleta les puedan parar para hacer un test de alcohol y drogas.

Óscar, uno de los policías de la Unidad, explica que “las bicicletas están obligadas como vehículo no a motor, a realizar la prueba, la única diferencia respecto a los vehículos a motor es que la sanción es siempre administrativa”. El sargento Galaz Ortega añade que “a los turismos, en caso de que el conductor dé positivo, se le retirarían los puntos, las bicicletas como no necesitan permiso de conducir no se les retirarían pero se les pone una denuncia administrativa”. Esa denuncia consiste en una multa de 500 euros si no supera la tasa de 0,50mg/l o de 1.000 euros si la pasa. Quienes pagan antes de veinte días tienen un descuento del 50%.

«Las bicicletas están obligadas, como vehículo no a motor, a realizar la prueba»

María comprobó en sus propias carnes que el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento. “Yo no sabía que en la bicicleta te hacían controles”. Conducía junto a su amigo, bajo los efectos del alcohol, una de las bicicletas de Bicimad, y por el camino se encontraron con los agentes, que les hicieron un control. Los jóvenes soplan por el etilómetro, si dan positivo pasan al furgón en el que los policías les hacen soplar por el etilómetro evidencial y a los 10 minutos les vuelven a realizar otra prueba para quedarse con la tasa menor.

Las multas van desde los 500 euros hasta sanciones penales que pueden terminar con la retirada del carnet o la entrada en prisión si la persona es reincidente. Una noche junto a los policías permite ver de todo: accidentados, conductores que a penas se tienen en pie, coches que se lleva la grúa y bicicletas que tienen que retirar de la vía pública los propios policías.

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