viernes, mayo 17, 2024
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Las muchas muertes del ‘Príncipe de Asturias’

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Un anuncio publicado este martes en el Boletín Oficial del Estado pone el punto final a la historia del portaaviones 'Príncipe de Asturias' tras 24 años de vida operativa y otros cuatro parado en el Arsenal Militar de Ferrol, en espera de que alguien decidiera su destino final. Surus-Leyal, una unión temporal de una empresa madrileña (Surus Inversa) y otra turca (Leyal), pagará 2,7 millones de euros al Ministerio de Defensa para acabar de desguazar el buque, después de que su destino haya dado muchas vueltas en los últimos años. Un destino que ha ido bajando escalones, desde la venta a un tercer país, hasta el despiece final, con el precio del acero por los suelos y arruinando las previsiones que hizo el Ministerio de Defensa con Pedro Morenés.

En realidad, la Armada nunca quiso sacar de servicio a su portaaviones, que se encontraba en la mitad de su vida operativa cuando fue dado de baja, en diciembre de 2013. La presión de los recortes en plena crisis dio la puntilla al Príncipe de Asturias por dos razones. Primero, por la dificultad de gastar los 30 millones de mantenimiento anual y otros 100 millones para su actualización en plena crisis, sobre todo cuando se estaba acometiendo el final de la puesta en servicio del buque más grande de la Armada de la era moderna, el Juan Carlos I (un buque de proyección logística, con capacidad para embarcar y lanzar aviones Harrier pero que no es un portaviones). El Príncipe de Asturias, proyectado a principios de los años 80, sí es un portaviones, eso sí, diseñado para aviones de despegue vertical VSTOL, como los Harrier. Contaba con una capacidad para 29 aeronaves.

El elevado coste de operar el buque por sus turbinas de gas es la segunda causa económica que motivó que se le diera de baja en diciembre de 2013. Era un barco muy rápido, muy bueno en la mar, pero de enorme consumo. Otro punto débil era su habitabilidad, siempre complicada, hasta el punto que los marineros de la Armada lo llamaban, irónica pero cariñosamente, “la Estrella de la Muerte”. En total, el 'Príncipe de Asturias' tenía capacidad para 600 personas, el doble de las que puede tener su sucesor, el “Juan Carlos I”.

25 años de vida operativa, la mitad

El 'Príncipe de Asturias' salió a la mar por primera vez el 3 de noviembre de 1987 y fue entregado por Bazán (actual Navantia) a la Armada el 30 de mayo de 1988. Desde ese momento, hasta febrero de 2013, cuando tuvo lugar en Rota la ceremonia de despedida, pasó por la primera Guerra del Golfo y la guerra de Bosnia, como parte de la UNPROFOR y participó en distintos ejercicios de la OTAN y multilaterales con otros países aliados. El rey Felipe VI se formó como alférez en la Armada en el 'Príncipe de Asturias' en el año 1989.

En 2007, el portaaviones fue actualizado en una primera fase que costó unos 4 millones de euros. El problema surgió con la segunda fase, que implicaba cambios mucho más amplios y unas modificaciones que ascendían a 100 millones de euros. Fue a comienzos de 2013 cuando el gobierno de Mariano Rajoy, con Pedro Morenés al frente de la cartera de Defensa, quien decidió dar de baja al buque: no había dinero para realizar la carena y mantenerlo. El portaaviones realizó su último viaje de Rota, donde tenía su base, a Ferrol, con unos 220 tripulantes

Durante varios meses, se realizó el desarme del buque de guerra, el vaciado de sus depósitos de combustible y ‘canibalizado’ todo el material útil, reutilizable para otros barcos de la Armada, hasta que se declaró oficialmente de baja en diciembre de 2013.

Sin compradores, salvo para chatarra

Tras su baja en la Armada, se barajó la opción de vender el buque a otro país y las Armadas de Angola, Indonesia y Brasil llegaron a tomar en cuenta la posibilidad de comprarlo, pero desestimaron su compra por los altos costes de mantenimiento.

Fue entonces cuando, con el barco en el cascarón -9.000 toneladas de metal en el casco y las tuberías del barco-, el Ministerio de Defensa lo sacó a subasta. La primera de ellas, que se publicó en diciembre de 2015, comenzó con un valor inicial de 4,8 millones de euros. Se recibieron 14 ofertas aunque solo una se formalizó pero no pudo ser adjudicada por defectos administrativos. El precio se llegó a bajar hasta los 2,9 millones de euros, pero el buque no se vendía.

En julio de 2016, volvió a salir a la venta y ha sido entonces cuando la UTE hispano-turca se hará con la chatarra del que un día fue el buque insignia de la Armada por 2,7 millones de euros. Según el estudio técnico presentado en la última subasta el buque tiene 8.572.320 kilos de metal reutilizables, de los cuales 6.157.045 kilos son acero.

Una vez se adjudicó provisionalmente la compra, el paso para el desguace definitivo, tampoco ha tenido vía libre. Estados Unidos tuvo que autorizar el desguace, debido a que existían elementos estadounidenses en el interior del buque. Una vez se comprobó la retirada de sistemas de radar, antenas y comunicación encriptada fabricadas en ese país, Washington autorizó el desguace, que se realizará próximamente en Turquía.

Paula Pérez Cava

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