miércoles, mayo 8, 2024
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Las miserias de los jueces, al alcance de todos

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Hay una estrella que nos dice que algo huele a podrido en el Poder Judicial. Todo apunta a que esta guerra interna pondrá sobre la mesa nuevas y embarazosas miserias humanas de otros integrantes del máximo órgano de representación de los jueces. Homo sum, humani nihil a me alienum puto: ‘soy humano, nada de lo humano me es ajeno’, así dice el verso de Terencio que debían haber leído los integrantes del máximo órgano de los jueces antes de señalar con el dedo acusador.

Porque ya se sabe, una vez puesta en marcha la máquina de cortar salchichón, las lonchas se deslizan una tras otra con deliciosa naturalidad, sencillez y rapidez. Y la justicia es un enorme salchichón que hasta ahora se ha visto privilegiado al mantenerse al margen del corte del charcutero.

Pero, ¡ay mi amol! como charcuteros hay en abundancia y España es un país de iras y de inquinas, pronto saldrán a la luz curiosos y desagradables datos que apuntan a los jueces acusadores que, lejos de haber leído con comprensión suficiente el evangelio – el que esté libre de pecado que tire la primera piedra- han buscado en el rival “político” – qué es política…política eres tú- la debilidad que ellos mismos atesoran en el cuarto oscuro de su comportamiento.

La jueza amargadita, la jueza rataplán, el juez de la cosa y quizá el juez colmado, verán sus trapos íntimos – el amor filial de ven y vete, los viajes de placer, los circuitos de carreras- y sus otras muchas vergüenzas airearse.

Es una guerra, lo dicen las estrellas, y en las guerras vale todo, se dice por los pasillos del Consejo, y así se pasará de las miradas displicentes y los gestos amenazantes al paseíllo monstruoso de los agravios publicados. “El que no quiera vivir sino entre justos, viva en el desierto”, decía Séneca. Y allí tendríamos que mandar al Consejo a hacer examen de conciencia colectiva y propósito de enmienda individual.

Yo declaro que la justicia no es otra cosa que la conveniencia del más fuerte”, sentenció Platón. Veremos quién lo es y quién gana al final. Perder, lo que se dice perder, perderemos los ciudadanos que vivimos atrapados en la tela de estas arañas que deciden sobre si lo que hacemos está bien o está mal, mientras ellos se pasean, los días correspondientes de la semana caribeña, sobre la ponzoña que ellos mismos han creado.

Preparémonos para saber, lo dicen las estrellas.

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