miércoles, mayo 8, 2024
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Mohamed VI: Diez años del rey que prefiere ser amado

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Tal vez para marcar desde el inicio distancias con su padre, algunas de las más tempranas decisiones de Mohamed VI estuvieron relacionadas con librarse de algunas de las partes más oscuras de aquel reinado. En esa ruptura se inscriben, por ejemplo, el cese fulminante del ministro de Interior y «gran visir» de su padre, Driss Basri, o la formación de la Instancia Equidad y Reconciliación, creada en 2004 para investigar las torturas y las desapariciones cometidas por el régimen durante los llamados «Años de Plomo». Las víctimas de los «años de plomo» han sido indemnizadas tras un trabajo valiente -aunque incompleto, dado que los torturadores no han sido juzgados- de la Instancia Equidad y Reconciliación (IER).

Dos formas de gobernar para dos sociedades diferentes. Como sentencia el analista y politólogo Mohamed Tozi: «Mohamed VI prefiere ser amado a ser temido como su padre».

Enigma

Diez años han pasado desde su entronización y el rey Mohamed VI de Marruecos sigue siendo un enigma para la mayoría de sus compatriotas, que hacen un balance contrastado de un decenio marcado por unas reformas importantes y la persistencia de puntos oscuros. Considerado reservado, el soberano marroquí no concede casi nunca entrevistas, sus intervenciones públicas son escasas y un secreto absoluto envuelve todo lo que ocurre tras las paredes del «Mechuar», el palacio real de Rabat.

Al acceder al trono alauí, el 23 de julio de 1999 a los 35 años de edad, el nuevo rey declaró que quería seguir con la política de apertura iniciada al final del reinado de su padre, Hasan II.

El rey «cool»

Al mostrarse (al principio) al volante de un jet-ski o de coches deportivos, esquiando en Courchevel, aficionado de la música rai, amigo del rapero estadounidense P.Diddy como del cantante francés Johnny Halliday, Mohamed VI proyectó una imagen de «rey cool». Un soplo de aire fresco en un país ansioso por cerrar el capítulo de los «años de plomo».

El 21 de marzo de 2002, su boda con una informática de 24 años de origen humilde, Lalla Salma (Bennani, su apellido de soltera), reafirmó esta reputación de modernidad.

Marruecos se mueve

Han pasado diez años desde la muerte de Hasan II y, pese a cierto desencanto perceptible en una parte de la población que hubiese deseado que las cosas avancen más rápido, Marruecos se mueve. En 2008, el país obtuvo de la Unión Europea (UE) el preciado «estatuto avanzado» que le permitirá acceder libremente al mercado europeo, y dota al país de unas infraestructuras sin comparación con el resto del Magreb.

Las principales ciudades del país están ahora unidas por autopistas y la red alcanzará los 1.500 km en 2011 (frente a 100 en 1999). Un proyecto de tren de alta velocidad entre Tanger y Casablanca se ha iniciado y Rabat y Casablanca se están equipando con tranvías.

En la fachada mediterránea, un puerto gigantesco, Tanger Med, se ha construido de cero con la ambición de convertirse en el más importante de África.

Igualdad social

Un nuevo código de la familia (Mudawana) también se ha adoptado en 2004, dando a las mujeres (casi) los mismos derechos que a los hombres. Y esto, pese a la hostilidad de los islamistas radicales.

Comendador de los creyentes (Amir al Mou’minine), Mohamed VI también inició una ambiciosa reconquista del campo religioso destinada a impedir las derivas de los imanes integristas.

Finalmente, pese a algunos incidentes, los diarios pueden escribir prácticamente lo que quieren siempre y cuando no cuestionen el rito sunita malekita oficial, la monarquía y la integridad territorial.

Sombras de un reinado

Algunos datos y voces discordantes arrojan sin embargo algunas sombras sobre esta imagen algo idílica. La Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH, independiente), no cesa de poner en duda la independencia de la justicia y afirma que siguen la tortura y las detenciones arbitrarias.

A pesar de los esfuerzos de las autoridades, la corrupción sigue siendo ampliamente practicada en todos los niveles. Alrededor del 40% de la población sigue siendo analfabeta.

Además, las desigualdades sociales siguen. En el informe mundial sobre el desarrollo humano 2007-2008 del PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo), Marruecos ocupa el lugar 126.

De hecho, la miseria más absoluta convive con la opulencia más insolente. Como en Casablanca, capital económica del país, donde tan sólo unos kilómetros separan a los grandes barrios de chabolas de Sidi Moumen del barrio de Anfa, enclave para multimillonarios que no tiene nada que envidiarle a Beverly Hills.

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