Pocas veces un debut literario logra tan buenas palabras de la crítica como el de la escocesa Stef Penney, ganadora en el 2007 del prestigioso premio Costa -el antiguo Whitbread- con su primera novela, La ternura de los lobos, que recientemente ha publicado en España Salamandra. Se trata de la cuarta vez en la historia del galardón, creado en 1985, en que un escritor debutante consigue el reputado premio, el segundo de más valor que se concede en el Reino Unido después del Booker.
Penney, de 39 años, logró esta «hazaña» con una cuidada y envolvente novela ambientada en Canadá y que, sin embargo, vio la luz muy lejos de esas tierras, entre las paredes de la British Library, donde la autora, que sufría agorafobia, documentó los pasajes más importantes de la historia.
La trama del libro narra el brutal asesinato de un hombre y la desaparición de un joven considerado sospechoso del crimen. Cuando la investigación para esclarecer el suceso se pone en marcha, empiezan a desvelarse diferentes intereses de personas muy distintas: una madre que quiere exculpar a su hijo, unos investigadores de una compañía que comercia con pieles y que quieren hacer méritos y otro que quiere recuperar su reputación…
traslada al lector al Ontario de mediados del XIX, a Dove River, un escenario invernal e inhóspito habitado por lobos, nativos indios, exploradores y europeos en pos de una difícil colonización. El paisaje de los inviernos extremos, lleno de misterio y riesgo, centra la historia de Penney, en la que el lector se encuentra con unos personajes complejos, inadaptados, motivados por el amor y por la ambición.
Un libro rechazado por varias editoriales
La historia de la autora nacida en Edimburgo pone de relieve las pequeñas paradojas que mueven y que a veces dan sentido a la vida: su libro, que había sido rechazado por varias editoriales, al final acabó imponiéndose al autor favorito en las quinielas del premio, Brian Thompson.
Además, pocos dirían al leer las páginas de La Ternura de los lobos que, debido al miedo de la escritora debutante a volar, utilizó mapas del país canadiense y diversos documentos de la Biblioteca Británica para ambientar la historia. El libro, además del premio y del apoyo de la crítica, consiguió que la escritora superara su miedo a los aviones.
Con un lenguaje muy cinematográfico -no en vano, Penney tiene una gran formación como cineasta, y ha confesado en más de una ocasión que llegó a la literatura como el fruto de un error, ya que pretendía hacer un guión sobre una parte de la historia de Escocia de la que pocos han oído hablar-, donde la ambientación se encarga de recordar al lector el entorno hostil en el que se desarrolla la trama, la escritora atrapa al lector con esta historia de intereses cruzados, de decisiones que cambian una vida y palabras que uno lamenta no haber dicho antes.