viernes, mayo 17, 2024
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EEUU inyectará 30.000 millones de dólares para crear una «nueva General Motors»

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Obama aseguró que el plan de bancarrota de General Motors permitirá la viabilidad futura de la compañía, que renacerá «más fuerte que nunca».

La declaración de quiebra a la que se ha acogido General Motors supone, en la práctica, una oportunidad para la reestructuración, mientras permanece protegida de sus acreedores. Así, lo que se buscará es una refundación que evite precisametne la otra opción, que es la de la pura liquidación de la firma.

Henderson reconoció que este uno de junio «supone un momento clave en la reinvención de GM como una compañía más reducida, más atenta en el consumidor y más competitiva que, sobre todo, pueda generar rápidamente resultados positivos».

La nueva General Motors que emergerá de la quiebra será, pues, radicalmente distinta de la vieja empresa que dominó el sector durante décadas, con la mitad de marcas, bajo la tutela estatal y sin las pesadas cargas del pasado.

Desde diciembre, General Motors ha recibido del Departamento del Tesoro unos 20.000 millones de euros en préstamos, lo que le ha permitido seguir operando. Además, el ahora el Gobierno estadounidense proporcionará otros 30.000 millones de dólares para que el fabricante complete su resstructuración.

El Gobierno estadounidense mantendrá por el momento el control del 60 por ciento de la «nueva» General Motors, una empresa que contará con un tamaño mucho más reducido que el que tuvo en sus momentos gloriosos de los años 80.

El presidente estadounidense, Barack Obama, aseguró que, pese a ello, serán los directivos de la empresa los que tomen «las decisiones para darle la vuelta a la compañía» y el Gobierno tan sólo intervendrá en la gestión en los casos más extremos.

«Nuestra meta es contribuir a que GM se recupere… y salirnos rápidamente», reiteró.

El presidente estadounidense expresó su confianza en que la compañía podrá salir rápidamente de su situación de bancarrota, aunque admitió que la recuperación «tendrá un coste».

Otra oportunidad

El presidente de General Motors, Fritz Henderson, aseguró que el uno de junio del 20090 supone un momento definitivo en la reinvención de General Motors como una compañía de menor tamaño, más centrada en los clientes y más competitiva, que podrá generar rápidamente resultados positivos. Henderson pidió a los clientes de la vieja GM que «nos den otra oportunidad», y mostró su confianza en que la nueva compañía pueda estar operando en unos 60 ó 90 días.

«La crisis económica ha provocado un enorme colapso en la industria del automóvil, pero se nos presenta la oportunidad de reinventar nuestro negocio. El proceso de tutela judicial nos aporta herramientas poderosas para acelerar y completar nuestra reinvención, así como una fuerte protección para los clientes y los negocios», añadió Henderson.

El máximo responsable de la compañía agradeción el respaldo del presidente Obama, del grupo de trabajo sobre automoción del Gobierno estadounidense y de los Gobiernos de Canadá y de Ontario, así como a los contribuyentes de Canadá y Estados Unidos, a los sindicatos y a los trabajadores, a quienes reconoció sus «sacrificios».

«La nueva General Motors se convertirá en un líder a largo plazo en el desarrollo de vehículos eficientes y con nuevas tecnologías, y contribuirá al desarrollo de la ingeniería avanzada y de la capacidad productiva de Estados Unidos, factores críticos para el futuro de la economía de Estados Unidos», concluyó.

Cierres y menos marcas

La compañía cuenta con activos financieros valorados en 82.300 millones de dólares, y con una deuda financiera de 172.800 millones de dólares.

En cuanto a los acreedores, los principales acreedores de GM son una compañía fiduciaria que tiene bonos por valor de 22.000 millones de dólares y el sindicato United Auto Workers (UAW) al que debe 20.600 millones de dólares que debían financiar las prestaciones sanitarias de los jubilados de la empresa.

Como estaba previsto, GM ha solicitado al juez Gerber que apruebe el mantenimiento de las garantías de sus vehículos y que están respaldadas por los gobiernos de Estados Unidos y Canadá.

Esta reestructuración estará articulada sobre diversos cierres de plantas y de concesionarios, así como la desaparición de la mitad de las marcas. De momento, la compañía cerrará once plantas y paralizará temporalmente otras tres, lo que supondrá la desaparición de otros 21.000 puestos de trabajo.

Además, eliminará unos 2.400 concesionarios en todo el país para retener poco más de 3.600. Y mantendrá solo cuatro de sus ocho marcas. Se quedará con Chevrolet, Cadillac, Buick y GMC y eliminará (ya sea a través de ventas o simplemente mediante el cierre) Pontiac, Saturn, Saab y Hummer.

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