viernes, mayo 17, 2024
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Primas de riesgo bajas: el nuevo negocio de los especuladores

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La prima de riesgo española llegó a bajar esta semana por debajo de los cien puntos básicos. En un contexto de dudas y desconfianza ¿es un indicador de buenos fundamentos económicos?

El mismo día que se anunciaba la fecha para la sesión de investidura, la prima de riesgo española bajaba un 1 por ciento y se situaba por debajo de los cien puntos básicos. Esto no ocurría desde abril de 2015.

En 2012, en los días convulsos del rescate bancario, la prima llegó a situarse en 649 puntos. Los españoles hicimos el correspondiente máster en política monetaria. Y aprendimos que la diferencia de rentabilidad con el bono alemán era un indicador de confianza de los capitales internacionales en la economía española.

La cuestión es si una prima tan baja en un contexto de incertidumbre política, 'Brexit' o dudas sobre la rentabilidad bancaria significa una mejora notable de los fundamentos de la economía española.

La prima ya no es lo que era

La respuesta no es necesariamente tranquilizadora. Lo que ha ocurrido, simplemente, es que la política monetaria del Banco Central Europeo ha producido una desconexión entre el valor de la prima de riesgo y los fundamentos económicos. En Abril de 2015, Mario Dragui se apareció a los españoles: se inició la compra de deuda pública española, programa que se ha ampliado a la compra de deuda empresarial.

Desde entonces, la prima de riesgo se desplomó. Los inversores saben que la deuda será pagada, comprada y, además, con los bajos tipos de interés, dirigen sus maniobras especulativas hacia otros productos financieros, ajenos a las deudas públicas.

La imparable deuda pública

Uno de los efectos de la desconexión provocada por la política del Banco Central es la relajación de la disciplina con respecto a la deuda pública, muy singularmente en el caso español. Al mismo tiempo que la prima de riesgo alcanzaba mínimos, la deuda pública alcanzaba máximos casi el 101 % del PIB.

Como se publicó en Estrella Digital el pasado 1 de Agosto, la evolución de los precios y del PIB anunciaban déficit público y, en consecuencia, deuda pública. Además, el inacabable ciclo electoral impide el control del gasto público. En suma, la deuda computable alcanza niveles de escándalo.

¿Por qué sólo Bruselas parece preocupada? En primer lugar, porque el Gobierno en funciones no está para meter la tijera y, en segundo, porque al reducirse los tipos de interés se refinancia deuda a precio más bajo, lo que reduce la presión para hacer crecer el superávit primario para pagar los intereses.

De hecho, el Tesoro español está colocando letras y bonos a tipos negativos, es decir, cobramos por que nos presten dinero. En un mundo en que el dinero no vale nada, el endeudamiento pierde valor. De hecho, el Banco Central Europeo alienta, paradójicamente, a la ciudadanía a que se endeude de nuevo. No obstante, con crecimientos de deuda anuales del 4,7%, mientras el PIB crece en el entorno del 3%, y probablemente bajando, el coste de la deuda en recortes y subida de impuestos será inevitable.

Los especuladores, los inversores y las bajas primas de riesgo

Los especuladores ya no pueden jugar contra la deuda soberana: no produce rendimiento pero sí puede ser un sitio de refugio. Aquellos inversores, como los fondos de pensiones o seguros que se conforman con rentabilidades razonables, o los que tienen excesos de liquidez y les sale más barato una rentabilidad baja que almacenar el dinero en una hucha, pueden estar interesados en comprar deuda.

Especialmente, porque si el Banco Central sigue comprando deuda, unos y otros esperan que les compre la deuda a precio más caro. Mientras la inflación sea baja, casi en deflación, los compradores de deuda esperan que sus activos y sus inversiones aumenten de precio en el futuro. Es decir, el propio BCE alienta la especulación.

Los riesgos de las bajas primas

Las bajas primas de riesgo determinan los tipos de interés mínimos de las economías europeas. Esos bajos tipos de interés, en un contexto en que los fondos especuladores empiezan a tener liquidez, producen, en primer lugar, colapso de las cuentas de resultados de las entidades financieras, lo que orienta a los fondos buitre a apostar contra la banca y, en segundo lugar, a la búsqueda de bancos y especuladores de inversiones de alto riesgo.

Dicen en el Banco de Pagos de Basilea que los recursos financieros colocados a tipos negativos, es decir inversores que pagan por prestar, son ocho veces la economía española. En cuanto suba la inflación y sea rentable vender, los efectos depresivos sobre las economías europeas pueden ser graves, al igual que beneficiosos para los especuladores.

Las bajas primas de riesgo y las políticas del Banco Central Europeo están volviendo a producir burbujas: mantienen los precios de bienes por encima del valor que tendrían si hubiera que financiarlo con un coste financiero más alto. Puede estar ocurriendo, de nuevo, con el inmobiliario o con empresas globales que, al colocar deuda corporativa en un escenario de rentabilidades en crisis, están financiando a coste de saldo activos ineficientes.

Especuladores y grandes capitales pueden desear ahora primas bajas para mantener activos ineficientes y buscar nuevas burbujas, al margen de la disciplina económica, de los reguladores y los mercados

Miguel de la Balsa

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