Poco después de conocerse la guerra que parece haber declarado Donald Trump a los medios estadounidenses, sobre todo después de que diferentes cadenas de TV minusvaloraran su toma de posesión como presidente, ahora es el mismísimo Papa Francisco el que ha hecho un feo a éstas asegurando que precisamente no es lo que se dice un amante de la televisión.
En una entrevista que ha concedido al diario El País, en El Vaticano, el pontífice es cuestionado sobre si es cierto que los periodistas nunca fueron santo de su devoción y responde que «yo no veo televisión simplemente porque en un momento sentí que Dios me pidió eso; un 16 de julio del 90 hice esa promesa, y no me falta».
Eso sí, precisa que «no ver televisión no me quitó comunicarme. No ver la televisión fue una opción personal, nada más», y reivindica la necesidad de que fluya la comunicación tradicional.
El Papa confesó que desde esa fecha sólo había visto la TV un par de veces, a nivel funcional: «Solamente fui al centro televisivo que estaba al lado del arzobispado a ver una o dos películas que me interesaban, que me podían servir para el mensaje. Y eso que a mí el cine me gustaba mucho y había estudiado bastante cine, sobre todo el de la posguerra italiano, el realismo italiano, y el polaco Wajda, Kurosawa, algunos franceses…»
Según él, «hay modos de comunicarse que no ayudan, que 'desayudan' a la unidad. Pongo un ejemplo sencillo. Una familia que está cenando y no hablan, o miran la televisión o los chicos están con su teléfono mandando mensajes a otros que están fuera. Cuando la comunicación pierde lo carnal, lo humano, y se vuelve líquida, es peligrosa».
Su Santidad cree que «el mundo virtual de comunicación es riquísimo, pero corres el riesgo si no vives una comunicación humana, normal, ¡de tocar! Lo concreto de la comunicación es lo que va a hacer que lo virtual de la comunicación vaya por buen camino. O sea, lo concreto es innegociable en todo».
M. A.