El CD ha muerto y los viejos vinilos con el tocadiscos de aguja correspondiente han vuelto. Se ha colado de nuevo entre nosotros sin hacer ruido y los amantes del buen sonido y los coleccionistas están contentos.
El formato mp3 mató al CD. En el año 2006 se vendieron 36 millones, el año siguiente 26 y así ha caido en los años sucesivos. Cada año la caída está siendo de 10 millones de unidades. Mucha cantidad.
Por el contrario el vinilo resurge de la muerte irremediable a la que le condenaron los ejecutivos de las grandes corporaciones dedicadas a la música. Fue en 1983.
Esta muerte anunciada no fue del todo ejecutada y ha renacido ultimamente. Un ejemplo. El año 2006 se vendieron 20.000 ejemplares de este soporte y al año siguiente, en el 2007, subieron a los 100.000 ejemplares. Es el fruto de la pasión de los coleccionistas, de las pequeñas discográficas y de la moda vintage.
Es cierto que la sonoridad es algo espesa y algo fibrosa cuando uno pone la aguja en el surco. Pero estos sonidos tienen vida propia, son como los carraspeos(es un decir) de la resina del polivinilo.
El vinilo es cierto que tiene un sonido peor que el sonido directo hecho por los músicos en un escenario. Pero también es cierto que suena mucho mejor que la aséptica reproducción digital.
El vinilo genera pasiones fetichistas. El CD no. Los vinilos se limpian, se cuidan. Uno se tumba en el sofá para escucharlos y uno mira su portada. Es una hora de música. Hay que cambiarlo de ‘cara’.
Es cierto que Internet permite ‘bajarse’ la música de una manera convulsiva. Pero eso si luego uno no puede escucharla toda, haría falta muchas vidas para ordenarlo en el disco duro del ordenador.
Para superar los surcos y heridas del vinilo surgieron los CD´s. Y sin embargo estos también pierden nitidez a medida que se van escuchando. Pierden calidez si es que alguna vez la tuvieron.
Esto que digo se nota sobre todo en el contrabajo, en los sonidos de las guitarras de los bajos y en las cuerdas. Este hecho es preocupante cuando uno habla del jazz.
Pero volvamos a los vinilos. Su resurgimiento es fruto del gusto de los coleccionistas. Y también de los jóvenes fetichistas que miran al pasado.
Esta actitud es cool para ellos, está de moda. Eso si ellos escuchan los vinilos que compran en casa. Y cuando van por la calle tienen su música favorita almacenada en el formato mp3.
El vinilo es un nicho del pastel del negocio de la música. Es pequeño pero es, también, significativo. Y con la que está cayendo uno no puede despreciarlo.
han reeditado sus siete trabajos en este formato. Otros, por ejemplo Elvis Costello, cuando lanzan un nuevo trabajo discográfico sacan una edición en vinilo unos días antes de la venta en CD´s. Le llaman edición para coleccionistas.
ha lanzado la reedición de sus 15 elepés como un recopilatorio y reproduciendo las portadas originales. El rock´n´roll en estado puro.
Los vinilos cuestan entre cuatro y seis veces más que un CD. Y su producción también. Las portadas son en color, se hacen en cartón grueso, están plastificados, son trabajos muy cuidados, artesanales vamos. Así los que los demandan se comportan con ellos con sentido fetichista.
El vinilo es longevo. Sus inicios son del siglo XIX de la mano del inventor Thomas Alba Edison que dio lugar al fonógrafo de principios del siglo XX.
Su puesta de largo fue el 21 de junio de 1948 cuando la discográfica presentó en Nueva York el primer disco elaborado con resina de polivinilo. Superó así a los formatos anteriores que solo podían almacenar cinco minutos de música. Ahora guardaban dentro hasta 45 minutos.
Y al lado de los vinilos han resurgido los tocadiscos. Estos los sirven con entrada USB y los más sencillos cuestan alrededor de los cien euros.
Hay otros aparatos más caros que permiten grabar directamente en el iPod. Las marcas que me atrevo a recomendar son Lenco, IMG, Numark y Stage Line.
Si por casualidad sus vinilos están cascados y la calidad digital no es perfecta usted pued descargarse de Internet varios programas informáticos diseñados para borrar las impurezas. Puede encontrarlos en la Web nch.com y en la Web audio2x.
Por eso hoy por hoy podemos decir: ¡Larga vida al elepe ! Pues eso.