viernes, abril 26, 2024
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CASI 300…

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La aritmética es una lógica no exenta de dificultades. Estos días se barajan muchas cifras: 130, 161, 199… y así hasta casi 300… Ni el mismísimo Frank Miller habría podido imaginar un escenario tan apretado en el Paso de las Termópilas. Tierras inhóspitas en las que los persas del rey Jerjes deseaban, a toda costa, alcanzar las tierras prometidas de Esparta. Jerjes no escatimó esfuerzos. Utilizó todo tipo de artimañas y, al final, fracasó. Hoy, Pedro Sánchez, se empeña, también, con fruncida obsesión en atravesar cualquier camino estrecho, por infranqueable que parezca, para alcanzar su Esparta personal: La Moncloa.

El miércoles Pedro y Pablo decidieron salir a caminar juntos, en un melancólico paseíllo bajo el sol primaveral madrileño. Ni Morante de la Puebla o Curro Romero podrían emular un paseíllo tan perfecto en sus mejores tardes en La Maestranza.

Todo estaba calculado. Era un postureo perfectamente medido: por dónde saldrían, cuánta distancia recorrerían, hacia qué lado mirarían para resaltar su mejor perfil ante la nube de fotógrafos y cámaras de televisión que aguardaban con impaciencia el momento decisivo que marcaría la conquista de Esparta. Sólo faltó el beso al más puro estilo Iglesias-Domènech.

Hablaron de series de televisión, de baloncesto, de literatura… Pero… ¿y de los españoles? ¿de la educación, del terrorismo, de los problemas de las familias? De eso parece que poco…o nada. Cuando los focos se apagaron sólo quedó clara una cosa: con la actual estrategia de pactos del PSOE, España está abocada a una repetición de las elecciones.

España está abocada a una repetición de las elecciones.

El líder de Podemos apostó por la vía “161 diputados”. Es decir, una deliciosa paella radical a la valenciana entre el PSOE, el pablismo-leninismo y la izquierda comunista, favorecida por la abstención activa de los independentistas. En un gesto insólito de generoso mártir de la Democracia, Pablo renunció a la vicepresidencia. Una vicepresidencia que aún no ostentaba. O sea, renunció a nada. Es como si usted, querido lector o lectora, dijera que renuncia a ser pareja de Angelina Jolie o de Brad Pitt, sin tan siquiera conocer en persona a ambos actores.

La vía 161 sería perfecta para hacer de España un país ingobernable. Con un Gobierno mantenido en la sombra por los defensores del comunismo más anacrónico y radical; que busque la ruptura de la unidad de España y el fin del actual sistema constitucional; más paro y aumento del gasto público con la consiguiente carga impositiva a las clases medias; y medidas enfocadas a un mayor intervencionismo del Estado en la vida de los ciudadanos. En definitiva, la desaparición del Estado de Bienestar actual.

En su interés personal por mantener el protagonismo político, Pedro defendió la insólita “vía 199”, es decir, un Gobierno tripartito entre el PSOE, Ciudadanos y Podemos. Una vía imposible porque dos de sus integrantes se reafirman en su mutua autoexclusión (al menos, de momento). Esto es como el agua y el aceite: son dos elementos aparentemente imposibles de ligar. La vía 199 sería un Gobierno antiPP y contrarrefomista, tal y como Sánchez admitió el miércoles. Un Gobierno sin políticas coherentes, de imposible convivencia que acarrearía una inestabilidad permanente.

De poco sirvió tan sonriente mañana ante las cámaras de televisión. Bueno, sí, para dos cosas. En primer lugar, para que Íñigo Errejón se enterara de que la purga en Podemos iba en serio y que no formaría parte de la comisión negociadora entre ambos partidos. Guárdese Errejón de los Idus de Marzo como le pasó a Julio César… porque cuando las barbas del amigo Sergio Pascual veas cortar… Y en segundo lugar, tan solemne paseíllo permite a Sánchez seguir aferrándose a la silla de Secretario General de su partido, una vez aplazada (ya veremos por cuánto tiempo) otra batalla: la de Despeñaperros.

Sólo faltó aquella plácida mañana de sol primaveral una cosa: se llama España. Los españoles vuelven a asistir como convidados de piedra a una representación teatral que olvida toda lógica: la única vía posible es la 253, una gran coalición constitucionalista. Porque lo que necesita España es un Gobierno sólido y transversal, sostenido por una mayoría parlamentaria de 253 diputados en el Congreso y la mayoría absoluta en el Senado. Liderado como no puede ser de otra manera, por el Partido vencedor en las Elecciones Generales, el Partido Popular.

Los españoles vuelven a asistir a una representación teatral que olvida toda lógica.

Un Gobierno de corte moderno, europeísta, que habiendo recibido el mensaje de los ciudadanos, sepa cómo gobernar sin exclusiones, mirando al futuro con optimismo y sin complejos. Que contribuya a la consolidación de la recuperación y del liderazgo europeo en la creación de empleo. Que sea garantía de la defensa de la unidad de España. Un Gobierno que apruebe una nueva agenda reformista y de pactos de Estado. Que apueste por el fortalecimiento del Estado del Bienestar y el posicionamiento de España en Europa y el Mundo.

Tengamos muy presente que 7,3 millones de españoles dieron su confianza a Mariano Rajoy. Todos ellos merecen un respeto. No todo vale con tal de cruzar las Termópilas si detrás no hay nada más que fotos unidas a salvapatrias con agendas moradas. No todo vale si en las artimañas de nuestro particular Jerjes Sánchez sólo hay intereses partidistas y personales. No todo vale, en definitiva, si en el fondo se olvidan de lo más importante: LOS ESPAÑOLES.

. No  No tdtotodo vale, en definitiva, si en el fondo se olvidan de lo más importante: LOS ESPAÑOLES.

Borja Gutiérrez

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