viernes, abril 26, 2024
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Dejemos que Pedro Sánchez lo intente

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Pedro Sánchez sigue empeñado en hacer historia. Y se va a hinchar de hacerla, a la vista de los acontecimientos.

Al mal resultado que cosechó en las elecciones del 20D, que acertó al calificar de histórico porque era el peor de la historia del PSOE, hay que añadir su acuerdo con Albert Rivera, que también llamó histórico y que de momento solo ha servido para dejarle en minoría absoluta en la primera votación de investidura.

Rajoy, con sus ironías, ya hizo suficiente sangre sobre el asunto en su intervención del miércoles en el Congreso de los Diputados. Pero puede haber más, ya que este viernes es previsible que Sánchez fracase también en la segunda votación. Si eso ocurre, pasará a la historia –otra vez- como el primer candidato que se presenta a un proceso de investidura y no logra ser designado presidente del Gobierno.

Lo más fascinante de este proceso no está en su desenlace, que parece cantado, sino en el origen, en las razones que han llevado a la dirección del PSOE y a sus barones a respaldar la iniciativa de Sánchez a sabiendas de que sus cuentas eran imposibles. Ahí surgen dudas sobre si le empujaron a hacerlo porque pensaban que de verdad lograría el apoyo o la abstención de Podemos y/o de las minorías, o si lo hicieron porque les conviene que fracase para lo que pueda ocurrir en los próximos meses dentro del partido socialista.

Lo que ha hecho el PSOE al animar a Sánchez a lanzarse a la conquista de La Moncloa sin fuerzas para vencer recuerda a lo que sucedió allá por noviembre del 36 cuando nacionales y republicanos libraron la primera batalla por Madrid.

El general Varela se presentó en la Casa de Campo con 18.000 soldados para atacar desde posiciones desfavorables una ciudad defendida desde las trincheras por 25.000 hombres enardecidos. Cualquier aprendiz de estratega sabe que un ejército que ataca debe de superar en número al que defiende si quiere tener posibilidades de victoria. Franco también lo sabía y, aunque muchos de los suyos le avisaron de que la operación era descabellada, permitió el ataque. “Dejemos que Varela lo intente”, dijo quien acababa de ser nombrado Generalísimo y vivía obsesionado por que nadie hiciera sombra a su liderazgo.

“Dejemos que Varela lo intente”, dijo quien acababa de ser nombrado Generalísimo y vivía obsesionado por que nadie hiciera sombra a su liderazgo

El ejército de Varela terminó estrellado contra el muro de la defensa de Madrid. Fue la primera derrota de envergadura de los rebeldes a manos de la República. A raíz de aquella batalla, el Gobierno constitucional descubrió el valor de los militares profesionales y pudo exhibir ante el pueblo como a héroes a quienes a la postre serían sus generales más laureados, Rojo y Miaja. Los sublevados, por su parte, aprendieron que enfrente había mandos competentes y que la época de las victorias fáciles sobre milicianos que huían despavoridos al ver llegar las columnas de legionarios y moros se había acabado.

El equipo de Pedro Sánchez acaba de gastar su última munición en su particular batalla por hacer presidente al secretario general del PSOE. Este jueves su portavoz parlamentario, Antonio Hernando, hizo un intento desesperado por atraerse a Pablo Iglesias sirviéndose de unas declaraciones de Manuela Carmena. A la vista de las respuestas, es probable que Sánchez acabe hoy estrellado contra el muro de 219 ‘noes’ que, salvo revulsivo de última hora, volverán a levantar los diputados de los demás grupos.

Mientras el líder socialista se prepara para encajar una derrota que puede ser decisiva para su carrera, el PP, IU y Podemos dejan claro que la dan por hecha y empiezan a tomar posiciones para la nueva etapa que empieza el lunes 7. Nada ha cambiado desde el 20D, pero los líderes a derecha e izquierda simulan que conservan la iniciativa y anuncian llamadas y reuniones para perpetuar el teatrillo de la negociación y los pactos.

No se puede descartar que la situación dé un vuelco. El ejército de 'Paca la Culona' –así era como llamaban a Franco sus partidarios más críticos- se sobrepuso a la derrota de Madrid y mucho tiempo después venció en aquella maldita guerra.

En el caso de Sánchez, si fracasa hoy está por ver siquiera que retenga el mando de su partido tiempo suficiente como para poder volver a intentarlo.

César Calvar

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