lunes, mayo 6, 2024
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Tuteos variados

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Estas son las primeras consultas de Felipe VI, un rey joven, abierto, simpático y profesional, con los jefes de los partidos políticos de cara a la Investidura de un Presidente del Gobierno en el Congreso de los Diputados. Momentos de confianza, de intimidad y de discretas confesiones rotas inmediatamente ante los medios de comunicación por cada visitante.

Corresponde al Rey proponer a alguien que intente formar un gobierno y se presente a la Investidura. Debe actuar con neutralidad para garantizar el normal desarrollo del proceso político para que desemboque en un gobierno o en nuevas elecciones si nadie es investido. Eso no impide que algunos políticos traten de tutear políticamente al Rey intentando imponerle unas posiciones en beneficio propio. Así, Rajoy, tras golpearse  los pectorales como cualquier King Kong durante semanas reclamando «ser primer» para el encargo de formar gobierno lo rechazó espectacularmente cuando el Rey se lo ofreció. Igual pretendía que el Rey no propusiera el encargo a nadie para llegar pronto a nuevas elecciones

Atrás quedaron las bravuconadas. Rajoy tuvo que admitir que no podía formar gobierno aunque intentó endulzar la amargura con un «por ahora». Tras ceder su turno a Sánchez, apuesta por su fracaso y otra oportunidad para la Investidura pero ello es improbable. ¿Por qué tendría después los votos necesarios que no tuvo antes? ¿Se haría sustituir? ¿Por quién? Si fracasa Sánchez, lo más previsible son unas nuevas elecciones en las que tanto Rajoy como Iglesias sueñan con mejorar sus resultados del 20D.

Eso no está tan claro ahora que Pedro Sánchez se crece con el encargo del Rey. Los dioses y muchos españoles le encomian por recoger el guante. Queda que consiga entenderse con Ciudadanos y convencer a Podemos. Al PP lo dará por perdido pero este partido será necesario para la reforma de la Constitución. Mejor olvidar que Rajoy le negara públicamente el saludo. Mientras, Rita Barberá se apalanca en su aforamiento judicial cuando el PP arde en corrupción en Valencia y en Madrid donde Esperanza Aguirre dijo que solo dos sapos le salieron rana antes de dimitir tarde y a medias: solo de presidenta del PP madrileño. Un solitario Rajoy y varios de los suyos se desnortan denunciando que un pacto de izquierdas y reformista atentaría a la integridad de España y a su economía, favoreciendo, asimismo, el terrorismo.

Iglesias está perdiendo órdagos tuteadores al PSOE. Aparcadas quedan, por ahora, sus ansias de vicepresidencia rodeada de media docena de ministros suyos y su pretensión de que Sánchez solo negocie con él y no con Rivera. El líder socialista, que debía tantear primero un pacto con Ciudadanos, combinación preferida en los sondeos, le ha pedido al amo de Podemos que se calme y no sienta celos. Además, Iglesias no controla ciertos componentes periféricos podemitas.

Iglesias debería hacer caso a Sánchez porque no se entendería que no apoye al PSOE. Pero hay dos líneas rojas: Cataluña, donde los socialistas no deben conceder una autodeterminación, y Bruselas, que ha de refrendar nuestros presupuestos sin perjuicio de que tendrán que aplazar a 2017 el cumplimiento del déficit del 3% del PIB.

De todos estos tuteos, el que parece desarrollarse mejor es el que tiene lugar entre el PSOE y Ciudadanos. En este caso no desmerecemos de lo que ocurre por Europa en países más acostumbrados a una dispersión del voto sin ganadores claros y donde tardan meses en negociar un gobierno.

También tenemos los tuteos personales. En la sociedad española el usteo lleva ya décadas sucumbiendo ante el tuteo. Se entiende que este último es más igualitario y democrático, lo que no es forzosamente cierto. Al usteo se le considera más distante sin pensar que muchas veces es más educado.

Esta tendencia de nuestra sociedad ha llegado a La Zarzuela donde Iglesias y otros líderes revolucionarios ignoraron las reglas tradicionales del protocolo para dirigirse al Monarca en tercera persona y le han tuteado. Una patanería piensan algunos exquisitos que no estiman que el motivo de esta indelicadeza pueda ser otro que el de una abominable impertinencia desechando para el pretendido desacato cualquier motivo que no sea doloso cómo, por ejemplo, la falta de costumbre o el cambio generacional.

O la reciprocidad. En la familia real española a veces tutean a sus interlocutores sin perjuicio de que estos sigan las reglas protocolarias. Aunque ello sea para crear confianza, no debiera de sorprender que en esta España cada vez más desenfadada lleguen a Palacio unos que actuen sin complejos. Ya le dijo una vez a Juan Carlos I un famoso: “Lo que tú digas, Rey”. Sin embargo, de no querer atenerse al protocolo hubiera sido más procedente ustear que tutear a Felipe VI al que algunos, en su ingenuidad republicana, se empeñan en solo denominar “el Jefe del Estado”, como cuando la dictadura de Franco, por no querer decir “el Rey”.

Carlos Miranda

Embajador de España

Carlos Miranda

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