viernes, mayo 17, 2024
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Ecos palaciegos

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Llegan aún los ecos de los fastos de la proclamación de Felipe VI, pero llegan sólo, como es natural, los ecos de lo que pasó. De lo que no pasó, sin ir más lejos la presencia de una verdadera «representación de la sociedad española» en la recepción de Palacio, no puede llegar eco ninguno, aunque también es verdad que la España que faltó no está para besamanos, por mucho que, en lo económico, Montoro se diga dispuesto a devolver, vía IRPF, unas pocas migajas del pan que su Gobierno le birló.

Pero tampoco vi en esa supuesta «representación de la sociedad española» (…) a ninguno de los que construyen de veras España, cada día.

Sin ánimo de menoscabo a la calidad personal o profesional de alguno de los dos mil y pico invitados a la cuchipanda palaciega del día 19, cabe señalar que en los salones regios no se hallaba representación alguna de la España real, ni de los españoles que la soportan en sus hombros y en sus espaldas abrumadas. Observando la fila de genuflexos, vi un montón de propios que viven del Presupuesto en cualquiera de sus variopintas modalidades, algún torero, algún deportista y alguna señora del «¡Hola!», pero ni rastro de esa «república de trabajadores de todas clases» que componen la nación, cualquier nación, todas las naciones. No vi, porque no estaban ni les esperaban, desahuciados de la hipotecas, ni estafados por las Preferentes o por otras sirlas institucionales y bancarias, ni parados, ni emigrantes, ni inmigrantes, ni enfermos varados en las listas de espera, ni niños desmayados que habrían flipado con los canapés. Son, entre unos y otros, legión, millones y millones, pero no había ni uno en la bulla cortesana.

Pero tampoco vi en esa supuesta «representación de la sociedad española» carpinteros, ni labradores, ni maestros de escuela, ni conductores de autobús, ni pescadores, ni electricistas, ni albañiles, ni taxistas, ni enfermeras, ni jardineros, ni asistentas, ni bomberos, ni agentes de tráfico, ni inventores, ni transportistas, ni ferroviarios, ni mecánicos, ni camareros, ni panaderos, ni mineros, ni a ninguno de los que construyen de veras España, cada día, con cada madrugón, casi siempre en precario, honradamente, dignamente, hasta que revientan. Dime a quién invitas, y te diré quién eres. Dime a quién no, y también. Tales son los ecos que siguen llegando del 19-J: los ecos del silencio. De los silenciados.

Rafael Torres

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