viernes, abril 26, 2024
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La realidad

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Las caras ateridas de los aficionados atléticos durante el partido, son un buen termómetro de la crisis. No había esperanza, ni bravuconería en el Atleti, que ha estado a cinco minutos de creerse de verdad su particular cuento moral. Sin Diego Costa ni Pepe, no hubo carnaza para la prensa del corazón. Apenas una comedieta entre Luis García y Xabi Alonso, que quizás tenían pactado con las televisiones teatralizar un conato de trifulca, para rellenar minutos en la parrilla desabrida de entre semana.

Isco era el detalle con el que nos obsequió Anchelotti. La segunda vez que cogió el balón puso en marcha la diagonal de Cristiano, que es ya un recurso tan universal como lo fueron los travellings alocados de Roberto Carlos o los paneos constantes de Xavi Hernández. El portugués entró en el área convencido de que eso iba a ser gol, y además le atropellaron por detrás. Cayó Ronaldo de una forma artificiosa, ortopédica, lo que provocó que una parte del bar rumiara su desencanto contra el monstruo de los despachos. No hubo gritos; nadie se lo creía realmente. Los atléticos se han dejado comer el espacio público cuando ya se presentía el horizonte. Es algo que da que pensar. España necesita un nuevo proceso constituyente. Su ciudadanía más animosa es ahora escéptica; los fervorosos creyentes se vuelven cínicos a la mínima contrariedad. Eso sí, siguen arrojando mecheros a los reyes, como si fueran una versión civilizada de Mateo Morral. Y cuando están vencidos: cantan. Como los pueblos antiguos antes de ser pasados a cuchillo.

Quizás sea que es más fácil perder que ganar y esa es la inercia. El perro muerto al que estarán atados los atléticos hasta que el Real desaparezca. El Mouriñismo le dió voz al pequeño demonio que habita dentro de cada madridista, y ahora el Atleti ha perdido la calle y no parece que acabe de ganar el campo. El Madrid lo ha desvestido de dos tajos, y es posible que cuando acabe la semana, sea otra vez un equipo pequeño haciendo equilibrios en un sitio que no le corresponde. La forma de entregarse a su destino (y eso es el Real para el Atleti: el destino), sin plantar cara, desfilando en procesión, con una resignación morbosa; ha sido extraña. Puede que haya una estrategia por parte de Simeone. Quizás él piense que precisamente *dar la cara* es de equipo pequeño que prefiere quedar bien ante su afición antes de preparar minuciosamente la próxima batalla. Puede ser, pero el Madrid comenzó esta eliminatoria con dudas, y la ha terminado montado a caballo y mirando su territorio desde lo alto. Y este Madrid de Carletto tiene en el interior una caja blindada contra la que no vale rezar salmos o o gritar incoherencias. Hace falta un plan bien memorizado, la energía, la convicción y que surja la duda en el lado blanco. Es precisamente la duda lo que Carlo ha blindado. Lejos del alcance del rival. En el interior de cada zona del campo.

Isco revoloteaba por todo el césped y llegó a la zona de Bale, su carril en la derecha. Le dejó una pared, con un taconazo inasumible para la dignidad colchonera, que metió a Bale en el área. Le derribaron de una patada clara y fue penalti. No hay caridad, efectivamente, y nunca la habrá, sin duda alguna. Pero los dos goles eran testigo de lo que cada equipo llevaba en el corazón. El Madrid se fue desplegando pacífico como si fuera el mismo mapa del encuentro. El Atlético, con demasiados nombres vulgares en la alineación, tiró dos veces a puerta en el partido. Una restalló en el palo, y en la otra, una jugada instantánea con un remate a bote pronto, fue la única en la que se oyó al equipo de Simeone. Casillas estuvo al quite y desvió un balón que a punto estuvo de doblarlo.

La segunda parte, con el equipo colchonero tan domesticado que muchos apartaban la mirada de la televisión, fue una constante circulación de balón por parte madridista, con Isco como vértice de cada triangulación. Su posición ya oficial de falso nueve, fue la única cuestión real del partido. Juega ahí con casi todas las pieles del ataque, y no parece que se enganche en su propio giro, esa incorrección en la que caía a última hora. Ese gol fácil que tenía a principios de temporada le ha abandonado. Le cayó encima la gravedad; el hecho consumado de ser jugador del Madrid, y poco a poco se la va quitando de encima. Todavía no es posible saber qué cosas aporta diferentes a las de Benzemá, porque son jugadores que entrecruzan sus caminos cuando uno se los imagina subiendo o bajando por las escaleras del ataque. Tienen el nombre apropiado, desde luego.

El partido terminó de forma horizontal. Sin ningún pequeño drama, ni cánticos ofensivos de la grada. Como si se mezclara directamente con el frío, la lluvia, el desamparo y la carretera de circunvalación que rodean el estadio. Como si fuera la realidad misma, el sitio de donde viene el Atleti y donde acaban desembocando todos sus sueños.

Ficha técnica

Atlético: Aranzubía; Manquillo (Juanfran, m. 46), Alderweireld, Miranda, Insúa; Koke, Mario Suárez, Diego (Adrián, m. 46), Sosa; C. Rodríguez y Raúl García (Gabi, m. 60).

Real Madrid: Casillas; Carbajal, Varane, Ramos (Nacho, m. 46), Arbeloa; Xabi Alonso, Modric (Casemiro, m. 66), Illarra; Cristiano (Jesé, m. 75), Isco y Bale.

Goles: 0-1. M. 6. Cristiano, de penalti. 0-2. M. 16. Cristiano, de penalti.

Árbitro: Undiano Mallenco. Amonestó a Illarramendi, Arbeloa, Cristiano, Miranda.

Unos 50.000 espectadores en el Vicente Calderón.

Ángel del Riego

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