viernes, abril 26, 2024
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Pimpinela y la amnistía fiscal

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La vulgar teatralidad política de este gobierno es inagotable. No es ni siquiera un esperpento, porque en ellos la acción está construida con inteligencia, estilo y clase. La elegancia no solo está en la literatura, también debe apreciarse en la construcción de los personajes y estos de aquí y ahora parecen salidos de una bufonada.

Me refiero a Cospedal y a Bárcenas. Terminarán por fugarse los dos como final feliz y con los dineros de Suiza, y dejarán al consorte especialista en consejos de administración con la mano en la firma de algún mal negocio de mucho rendimiento. La mujer del otro ni se quejará, también va bien servida la colega.

Cospedal y Bárcenas terminarán por fugarse los dos como final feliz y con los dineros de Suiza

La verdad es que Pili y Mili ya no gustan a la audiencia, no interesan sus diálogos en la distancia, sus mentiras acolchonadas ni sus subterfugios de EGB, que era más culta que la ESO, dicen estos. Que si la prueba caligráfica en la que me invento la letra que si el despido diferido, que si no tiene despacho, que le hemos echado a tiempo, que no lo conozco, que me apunto al paro, que cada cual aguante su vela, que le simulo un cachete diferido en toda la frente de los españoles.

La nueva Pimpinela del siglo XXI canta con rebuznos de toda la vida, y aburre. Ni Platero ni ella despertarían más emoción que el regusto de una balada mal cantada y mal bailada en Bocaccio, de madrugada; De Cospe y Luis, el cabrón, qué buena pareja para que la especie perviva. Pimpinela ya no es ni escarlata ni lucha contra el pueblo sublevado que trae las libertades contra el noble y el aristócrata. Solo se limita a reírse de él en esta versión espantosa de la pareja hortera.

No se irán de estraperlo sino de rositas. Como los amnistiados de Montoro, la lista de Schindler española: llena de ignominia y degradación. Es para lo que da España: nuestros héroes más reconocidos estafan al estado, le roban la camisa, le quitan hasta los cuartos al pregonero, y luego Mariano los legaliza, como si fueran un porro de marihuana en California: solo para consumo terapéutico. Detrás del perdón está el gesto relamido del presidente de gobierno que ha hecho que la Moncloa parezca IKEA a la hora de comer, y no se escuchan precisamente los relinchos.

Si les queda algo de vergüenza que enseñen la lista de una vez. Y a lo mejor dejamos de pensar que son una banda, un negocio y un relato de terror.

Rafa García-Rico – en Twitter @RafaGRico – Estrella Digital

Rafael García Rico

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