viernes, abril 26, 2024
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¿Políticos que se van?

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Se dan circunstancias muy poco propicias para pensar en mantener la situación actual sin aplicar ningún cambio, y mucho menos para dar salida a las tentaciones lampedusianas. Las encuestas, guste o no guste en los cuarteles de invierno de los grandes partidos, advierten de un continuo e insistente desapego de la población con respecto a sus opciones políticas tradicionales. Y el mismo distanciamiento, aunque aún en menor grado, compromete la credibilidad, también, del resto de los líderes y de las fuerzas políticas de la escena española.

Dicho de otra manera, cuesta pensar o imaginar que con un cambio de discurso, de formas o con la implementación de tales o cuales medidas de medio alcance, se vaya a recuperar el apoyo masivo de una ciudadanía castigada duramente por los recortes y por los efectos derivados de la crisis pero sobre todo en medio de esta situación, por la forma en que ésta se ha gestionado desde su origen y por los golpes morales del comportamiento de algunos de sus notorios representantes.

Tan inútil es, y las cosas están así, culpar de los males propios al partido de enfrente como limitar el alcance de lo que pasa en el sistema a las cosas que le afectan al partido contrario, el que, según soplan los vientos judiciales, es destacado en cada ocasión en los sonrojantes titulares de los medios de comunicación, a los que, por cierto, siempre se intenta culpar del desaguisado de turno.

El proceso natural requiere renovaciones periódicas que no deben presuponer ningún prejuicio

Aun sabiendo que ni todos los políticos son iguales y que algunos muy particularmente son bastante más iguales que otros, siguiendo la reflexión orwelliana de ‘Rebelión en la granja’, convendría fijar un nuevo modelo, un entallado diferente, que ayudara a hacer visible la idea de que la política permite ver reflejados en rostros dispares y distintos algunos de los atributos que los ciudadanos desean encontrar en el liderazgo que sucumbe penosamente en estos días.

Me enseña mi amiga Henar un botón que ayuda a entender esta idea: Borja Semper, Eduardo Madina, Alberto Garzón. Porque, seguramente, son un botón que bien vale de muestra. Cada uno tendrá su opinión de ellos, tomados de uno en uno, faltaría más; pero adquieren una dimensión diferente si son vistos en conjunto, porque lo que ponen en evidencia y aunque ellos no quieran, además de sus valores personales, es la extraña desconsideración que aplicamos en España hacia la evolución razonable de los liderazgos políticos y que, o bien nos da por aceptar la progresión que marcan los jefes que siempre que lo hacen, que no es muy a menudo, tienden a señalar liderazgos bastante impostados – a las pruebas me remito-, o bien renunciamos a creer en que el proceso natural requiere renovaciones periódicas que no deben presuponer ningún prejuicio.

Y así, los anteriormente citados y por supuesto otros muchos que esperan con timidez y humildad el momento oportuno para colaborar. Y supongo que, al igual que algunos pacientes príncipes, curados ya del poco edificante ejercicio de la eternización en el puesto que tengo allí.

Cada cual que lo entienda como quiera.

Rafa García-Rico – en Twitter @RafaGRico – Estrella Digital

Rafael García Rico

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