viernes, abril 26, 2024
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La Encuesta de Población Activa

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La semana pasada hemos conocido los datos de la última encuesta de población activa en la que se fija la cifra de desempleados de nuestro país en 5.273.600. Por tanto, el ejercicio 2011 nos ha dejado un incremento del desempleo de 600 mil personas de las cuales 348 mil se generaron en el último trimestre del año y también una tasa de desempleo del 22,85%.

Estos datos con ser ya incalificables no son nada con los que puede dejarnos el ejercicio que ya estamos viviendo, ya que las previsiones sitúan la cifra de desempleados en los 6 millones para fin de año. Hay que recordar que las previsiones del Fondo Monetario Internacional para nuestro país en 2012 son de una caída del 1,7% del PIB y de otra nueva caída del 0,3% para el ejercicio 2013 y que además estas previsiones son similares a las elaboradas por el Banco de España.

También conviene tener presente que el objetivo de déficit sobre el PIB fijado para nuestro país en 2012 es el 4,4%, el cual se presenta muy difícil de alcanzar sin destruir la nación ya que venimos de un déficit en 2011 del 8% y además en 2012 esperamos una bajada del PIB del 1,7%.

Dado el volumen de recortes de gastos y el incremento de ingresos públicos a realizar para alcanzar la cifra del 4,4%, corremos el riesgo de entrar en una espiral de minoración de gastos y elevación de impuestos, que a su vez generarían más desempleo y nuevos incrementos del déficit y, de nuevo, vuelta a comenzar.

Cierto es que tampoco cabría esperar cosas muy distintas en el desempleo con todos estos datos. Varios factores se han unido para llegar a la situación en la que nos encontramos. Por un lado la falta de acción eficaz del gobierno saliente en nuestro país, nuestra burbuja inmobiliaria, la mala gestión europea del problema griego, que ha contagiado el problema al resto de países de la Unión y por otro lado el agravamiento severo de todos los problemas con la política alemana de austeridad a ultranza sin ningún acompañamiento de medidas que tratasen de impulsar el crecimiento y de paliar la situación.

Italia se encuentra en situación parecida en algunos aspectos a la española y Portugal empieza a naufragar de nuevo y no por causas imputables a sus nacionales, hablándose ya de un nuevo rescate dada su situación desesperada y el hastío de los portugueses, que pese a todos sus esfuerzos, no ven luz al final del túnel, sino negrura.

A la vista de todo ello, la política de Alemania y de la Sra. Merkel viene a ser algo así como curar las colitis con purgantes. Si nos fijamos en los resultados de tales políticas  en Europa, observamos que han conducido a una parte de la Unión Europea a una recesión o a un crecimiento exiguo, incluyendo a Alemania, y a otra parte a lo que ya se empieza a considerar como a una depresión. En Europa ya se habla de la década española perdida.

Recientemente en el foro de Davos el magnate George Soros puso de manifiesto el riesgo de quiebra de España e Italia como consecuencia de las políticas de austeridad que impone la imperial Alemania así como la caída de la Unión Europea si no se ponen en marcha estímulos económicos que eviten la recesión y la posible espiral deflacionista que pueda generarse. Proponía Soros la intervención del Banco Central Europeo y de los Fondos de Rescate Europeos para garantizar que tanto España como Italia pudieran financiarse a tipos de alrededor del 1% e incluso llegó a mencionar el uso de los famosos Eurobonos. La respuesta de la Sra. Merkel en el mismo foro fue la de siempre, austeridad sin ayudas, reformas estructurales y a esperar que pase el tiempo. En definitiva, más de lo que nos ha llevado a donde estamos ahora mismo.

Cuando las naciones se unen para tratar de formar un ente más grande, como es la Unión Europea y Monetaria, lo hacen con la vieja idea de que la unión hace la fuerza. Esta idea debería llevar implícita una acción común de las instituciones ante los problemas que puedan sufrir los miembros de ese ente y un principio de solidaridad entre sus integrantes a la hora de tratar los problemas que aquejan a cada uno de manera individual, ya que la fortaleza de cada uno de sus miembros redunda en la propia fortaleza del ente en sí mismo.

Por ello sorprende la posición no sé si de Alemania o de la Sra. Merkel, ya que da  la impresión de que lo único importante es su país y que el resto de los socios se las apañen sin que a ella o a ellos les afecten en nada los distintos avatares. La solidaridad y la unión entre los socios ni está ni se la espera, sólo cuentan los intereses individuales.

Tengo la impresión de que si todo continua como hasta ahora y la situación en los países meridionales se deteriora aún más, como parece que puede suceder, es muy probable que muchos ciudadanos nos cuestionemos nuestra permanencia en el área del euro y nuestro sometimiento a las decisiones alemanas con desprecio al resto de los países de la Unión. Vivir bajo la penuria económica por largos años, dirigidos por la batuta alemana y dando las gracias a la Sra. Merkel y a su todopoderosa nación por lo buenos que son y lo bien que hacen todo, es algo difícil de digerir.

Creo que en Europa tiene que ponerse fin de una vez a la política de los dirigentes europeos de complacencia hacia esta señora y que es necesario que el resto de mandatarios europeos le «canten las verdades del barquero», dejando de lado las políticas de paños calientes y de inclinación de cerviz.

Y también creo que es el momento de que España y D. Mariano Rajoy nos acerquemos al mundo anglosajón, que además de tener algo más claro cómo capear la crisis que nos devora, son poderosos aliados si realmente queremos que nuestra voz se escuche en Europa, porque de verdad pienso que ha llegado el momento de que todos los europeos hablemos y los alemanes y la Sra. Merkel escuchen y tomen alguna nota, aunque sólo sea por una vez.

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José Luis Martín Miralles

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