viernes, abril 26, 2024
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Rating: ¿calificadores descalificados?

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La semana pasada nos ha dejado la noticia del empeoramiento en la calificación de la deuda de nueve países europeos, entre ellos el nuestro. La agencia Standard and Poor´s ha quitado la triple A a Francia y a Austria, dejando su calificación en AA+. 

En concreto Standard and Poor´s ha rebajado la calificación de la deuda de Francia, Austria, Malta, Eslovaquia y Eslovenia en un escalón y la de de España, Italia, Chipre y Portugal en dos escalones.

En Europa sólo quedan cuatro países con la máxima calificación que son Alemania, Holanda, Luxemburgo y Finlandia.

Esta nueva calificación, además de que elevará los tipos a los que estos países se financian, encarecerá también la financiación de los fondos de rescate europeos ya que éstos se nutren de deuda garantizada por los diversos estados europeos y teniendo Francia un gran peso en los mismos.

Esta clase de noticias suelen generar malestar entre las fuerzas vivas de la Europa del Euro que cada vez ven con peores ojos a las agencias de calificación. Ya hemos oído en ocasiones anteriores noticias acerca de la posibilidad de la creación de una agencia de calificación europea y numerosas críticas y dudas sobre los intereses de las tres agencias de referencia existentes ahora mismo.

Recordemos que las agencias de calificación  más importantes son Moody´s, Standard and Poor´s y Fitch y que tienen nacionalidad norteamericana.

El malestar mundial en general y el europeo en particular viene ya de lejos. Para entenderlo conviene tener presentes casos como el de Bernard Madoff (estafa piramidal en Estados Unidos) que gozaba de la máxima calificación de estas agencias y sobre todo el asunto de las hipotecas subprime que también, de manera inexplicable, gozaban entonces de la máxima calificación crediticia.

Si nos centramos en las agencias de calificación, lo primero que llama la atención es la gran influencia de sus opiniones en los mercados. Cada vez que hablan su opinión es escuchada y tenida muy en cuenta por los inversores.

Lo segundo que destaca es que estas firmas son un oligopolio de hecho y cuentan con distintos inversores privados en su capital, que pueden tener otros intereses distintos a los de la firma en cuestión, digamos intereses de tipo especulativo.

Y lo tercero que sobresale, es que se financian cobrando la calificación no al inversor, sino al emisor de la inversión, lo que en esencia es la antítesis de la independencia a la hora de emitir un juicio.

Los tres puntos anteriores unidos, conforman un cóctel difícil de digerir en un asunto tan sensible como la calificación de la deuda soberana de los estados.

Surge una pregunta inevitable ¿Se puede hacer algo para eliminar las suspicacias que generan las distintas agencias de calificación?

Como ya he indicado, ya hace tiempo se contempló la posibilidad de crear una agencia de calificación europea, aunque a mi juicio esa tampoco sería la solución. Creo que lo ideal sería que el encargado de calificar la deuda soberana fuese un organismo que perteneciese a todos los países pero que no perteneciese a ninguno en particular, como las Naciones Unidas. Podría ser un organismo especializado dependiente de ellas.

De esta forma, se evitarían las suspicacias que generan este tipo de agencias,  ya que una agencia de calificación dependiente de Naciones Unidas no tendría capital privado que pudiera esconder otro tipo de intereses y si bien su influencia en los mercados sería igualmente inmensa, vendría matizada por el sentido de la responsabilidad de un organismo internacional de esa naturaleza y el control de todos los países miembros que debería ser la garantía de que ninguno pudiera influir. En cuanto a su financiación, debería correr a cargo de todos los países que conformasen el organismo, lo que le otorgaría la independencia que en estos momentos está en entredicho.

El tiempo nos dirá si van a ser otras instituciones las encargadas de calificar la deuda soberana en el futuro y de quién dependerán, pero mientras llega ese momento, tendremos que convivir con la situación actual por mucho que nos pueda llegar a contrariar.

Estrella Digital respeta y promueve la libertad de prensa y de expresión. Las opiniones de los columnistas son libres y propias y no tienen que ser necesariamente compartidas por la línea editorial del periódico.

José Luis Martín Miralles

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