viernes, abril 26, 2024
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Bromas, las justas

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Hace exactamente treinta años a Fernando Vizcaíno Casas, abogado, periodista y escritor, con ciertas afinidades al antiguo Régimen, y con el sentido del humor que proporcionaba la Transición para los nostálgicos, se le ocurrió escribir algo parecido a un libro titulado ‘Las Autonosuyas’.  Tal fue el éxito de ventas que hasta tuvo su película. Y no fue la única, aunque sus argumentos dejaran dudas sobre su visión de la democracia.

En ‘Las Autonosuyas’, una parodia dedicada a lo que empezaba a ser el Estado de las Autonomías, Vizcaíno Casas ridiculizaba ficciones tales como que, en una visita oficial al País Vasco, el President de la Generalitat de Catalunya y el Lehendakari, decidieron hablar entre ellos en castellano al comprobar que ambos sabían el mismo idioma y que ponían en serios aprietos a sus respectivos interpretes. Treinta años después, esa ocurrencia se ha hecho real.
 
El Senado, vacío de contenidos políticos y legislativos, ha perdido la seriedad y rigor que aspira a tener. Nunca ha sido la Cámara de las Autonomías y jamás lo será, salvo que  los legisladores se la tomen en serio y no como un retiro dorado.
Lo ocurrido en la sesión multilingüe no es nada serio.

Como chiste no está mal. Lo de menos, incluso, es que el servicio de traducción cueste 350.000 € . Lo de más es que parezca un chiste.
Tanto lo debe parecer que, José Bono, Presidente del Congreso, ha dicho que “sería bueno que no llegásemos a posiciones que puedan producir algún tipo de sonrisa maliciosa». O sea, un chiste. Y ha añadido que tiene “una opinión, pero es mejor que no me pronuncie sobre lo que hace una Cámara que tiene todos mis respetos».

Pues debería pronunciarse y, al hacerlo, despejaría muchas dudas y muchos chistes.

Y no estamos para bromas.

Editorial Estrella

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