viernes, abril 26, 2024
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2010, el año que vivimos peligrosamente

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En estas fechas es casi imposible resistirse al impulso de mirar hacia a tras con ánimo recapitulativo respecto del año que estamos a punto de despedir y, más por un intento de resumir impresiones que de traer a colación hechos o noticias concretas es como ha llegado a mi mente la evocación con la que se da titulo a este artículo, gracias al préstamo de mi admirado director australiano Peter Weir.

En efecto iniciamos este 2010 con la fatal convicción de que iban a ocurrir cosas terribles, y no pocas de tales pesadillas, sobre todo en el ámbito económico, se han ido haciendo realidad. Pero como siempre ha venido pesando la amenaza de que sucesos peores estaban a punto de acaecer, hemos mostrado una asombrosa capacidad de digerir malas noticias y celebrar el habernos salvado in extremis de males mayores. Hemos estado (y seguimos estando) obsesionados con la observación de las variaciones en tiempo real del diferencial de nuestra deuda soberana con la alemana temiendo una inminente intervención exterior (también denominada rescate), mas parece que tal intervención no se va a producir “por el momento”. Hemos temblado ante la posibilidad de una caída en dominó de las cajas de ahorros, pero el sistema financiero parece estabilizado “por el momento”. Hemos rozado la posibilidad de superar los cinco millones de parados, pero tampoco hemos llegado “por el momento”. Es esta extraña sensación de alivio por lo que no sucedió, a pesar de todo lo malo que ha pasado, y una gran incertidumbre, no exenta de pesimismo, sobre lo que está por venir la que a mi juicio resume el año a punto de acabar. El año que vivimos peligrosamente

Ciertamente Peter Weir nos serviría para inspirar el 2010 desde otros ángulos. En España, al menos desde el mes de mayo, nos ha quedado claro quien es Master and Commander y que, a diferencia del título con el que la película fue estrenada en España, no está al otro lado del mundo, sino en el corazón de Europa (ZP dixit). Desde luego, si tras haber vivido peligrosamente el 2010 sobrevivimos en el 2011, podremos experimentar sensaciones similares a las de Jeff Bridges en Sin Miedo a la Vida. Algunos han extraído como conclusión de estos doce meses tortuosos que hay que tratar de exprimir cada momento de vida al máximo, el carpe diem de El Club de los Poetas Muertos. Otros piensan que en los días de bonanza, que ya parecen tan lejanos, vivíamos una suerte de ficción recreada o reality show similar al Show de Truman y que en 2010 el botalón de nuestro velero se ha incrustado en el decorado de fondo.

En cualquier caso, todo final de año anuncia el inicio de otro nuevo, para el que siempre reservamos, a pesar de todo, una gota de optimismo plasmada en forma de buenos propósitos. Brindo por todos ellos y recurro de nuevo a Peter Weir para desear que en 2011 emprendamos de forma decidida el camino de vuelta a la libertad y a la prosperidad, a donde queremos regresar (The way back).

 

 

Juan Carlos Olarra

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