domingo, mayo 19, 2024
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Provocando deliberadamente en Delaware

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Si fuera bruja realmente, Christine O’Donnell habría puesto sin duda dos velas negras a Wolf Blitzer en el acto. El presentador de CNN, moderador de la noche del miércoles del esperado debate entre candidatos al Senado en Delaware, trataba de obligar a la candidata Republicana a hablar de sus declaraciones de 1998 en el programa de Bill Maher apuntando que «la evolución es un mito».
«¿Cree usted que la evolución es un mito?» preguntaba Blitzer.

«Creo que los colegios locales…» empezó O’Donnell, partiendo de cero otra vez. «Estaba hablando de lo que imparten los centros locales de enseñanza, y que debería impartirse, que debería ser decidido por la comunidad».

«¿Cree usted que la evolución es un mito?» repetía el moderador.

«Los centros locales deben tomar esa decisión».

«¿Qué cree usted?»

«Lo que yo crea es irrelevante».

«¿Por qué es irrelevante? Los votantes quieren saber».

«Lo que yo apoyo en Washington, D.C., es la capacidad del sistema escolar local de decidir lo que se imparte en sus aulas», repetía O’Donnell.

La respuesta, sin embargo, es evidente: Por supuesto que cree en la evolución; ella misma es un producto de la evolución. Ha evolucionado partiendo de mujer muy rara que habla de los males de la masturbación y de ratones con cerebros humanos en perfecto funcionamiento y de su experiencia en la brujería (¡pero sin participar en aquelarres, ojo!).

No estuvo, por fuerza, tan mal como la viñeta que circula las últimas semanas. Y su rival, el Demócrata Chris Coons, estuvo soso y sustancial, convirtiéndose en la víctima indefensa. Utilizó sin parar la muleta «francamente» y se quejó del poco tiempo que tenía para refutar los comentarios de O’Donnell.

Aun así, la versión muy evolucionada de O’Donnell conservó su capacidad de decir y hacer cosas vergonzosas. Leyó su introducción siguiendo la lectura sobre el papel con el dedo. Dijo que «cada voto a mi rival va a costar a la familia media de Delaware 10.000 dólares instantáneamente» (todo un impuesto) y que el impuesto de propiedades «es uno de los pilares del marxismo».

Y quedó fácilmente desconcertada — como cuando Blitzer le preguntó: «¿Por dónde metería la tijera al presupuesto federal? Y no diga simplemente por el derroche, el fraude y el abuso, porque todos dicen eso».

O’Donnell respondió que recortaría «el derroche, el fraude y el abuso».

Trató de manifestar su apoyo a la moratoria del gasto administrativo no relacionado con la defensa, pero tuvo problemas para recordar la fórmula: «Imponer una moratoria a, esto, a, espere — , ah, no administrativo, eh, administrativo — al gasto administrativo independiente de la defensa».

O’Donnell también tuvo problemas para insertar el comentario cáustico que había preparado para dirigir a Coons. Lo vertió, torpemente, cuando en realidad él la estaba defendiendo del «debate en los medios nacionales de cosas que mi rival ha dicho o hecho y que francamente creo que es una distracción».

O’Donnell resoplaba y se reía. «¡Está usted celoso de no salir en Saturday Night Live!» espetó.

Coons puso una sonrisa amable. «Me muero por saber quién me va a interpretar, Christine».

Si Saturday Night Live emite realmente otro chiste de O’Donnell esta semana, los guionistas pueden dejarse arrastrar por su afirmación de que «cuando nos retiremos de Irak, tenemos que asegurarnos de dejar referentes».

Blitzer preguntó a Coons si quería responder.

«Sospecho que se refiere a retirarse de Afganistán», ofrecía Coons.

O’Donnell estaba más segura de ella al acusar a su rival de ser comunista. «Diría que hay más gente que apoya mi fe católica que sus creencias marxistas», soltaba, aludiendo a una columna en un periódico universitario en 1985 en la que Coons se describe — bromeando, dice él — como «un marxista de barba».

«No soy ahora ni he sido nunca más que un capitalista de afeitado apurado», respondía Coons.

No estaba claro a juzgar por su rostro lo que pensaba el barbudo Blitzer de este intercambio, pero O’Donnell parecía esforzarse por alterar al escrupulosamente neutral moderador. Ella informó la audiencia de que había rechazado las invitaciones de Blitzer a grabar una entrevista, y cuando Blitzer le hizo la pregunta adecuada de lo que ella haría con la gente que se niega a contratar seguro médico y luego acude a los servicios de urgencias, O’Donnell informó al moderador de que «está usted metiendo miedo para obligar a la gente a apoyar esta ley de reforma sanitaria».

¿Blitzer metiendo miedo? Una acusación nada ortodoxa. Pero O’Donnell no es una candidata ortodoxa. Advertía de un dólar que se desploma y de la economía estadounidense. Siguió de cerca el tiempo de su rival («ahí dice ‘vale'», le informó). Y despreció una orden de arresto solicitada por la agencia tributaria con anterioridad contra ella por falsa y «un motivo añadido de que necesitemos reformar la agencia tributaria».

Sí, O’Donnell ha evolucionado desde sus tiempos de brujería, pero sigue sabiendo provocar deliberadamente sin proponérselo.

Dana Milbank

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