viernes, abril 26, 2024
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Los abrazos del miedo

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El pasado domingo por la noche, los impulsores de la candidatura de Trinidad Jiménez y otros muchos muy próximos al presidente del Gobierno se llenaron de vértigo. A todos se les hizo un nudo en el estómago. Sintieron pavor ante la que se venía encima, como bien se comprobó el lunes en todos los medios de comunicación y algunos pudimos comprobar en las filas socialistas. Y reaccionaron como reaccionamos todos cuando algo nos asusta. De manera instintiva nos agarramos al que tenemos al lado y si nos coge a mano le abrazamos.

El efecto secundario más inmediato y palpable han sido esos abrazos del miedo que se traducen en una especie de cinturón de seguridad en torno al presidente y a su liderazgo. “Es nuestro mejor y único candidato”, dicen unos. “En el partido no se contempla otra hipótesis que no sea el que Zapatero sea de nuevo nuestro cartel electoral”. Y así todos los que aparecen como hombres fuertes del Gobierno y del partido. Desde Blanco hasta Alonso, pasando por Rubalcaba, sin olvidar al propio Tomás Gómez, han achicado el terreno del presidente a la hora de tomar una decisión sobre su futuro político.

Esta decisión, el presidente ya la ha tomado. La opinión más compartida es que “por responsabilidad” será el candidato,  pero por si acaso se le ocurre irse,  ya hay formado un auténtico “cordón de seguridad” para hacerle ver que no hay otro como él. Entre los abrazados por el miedo hay quienes realmente creen que no hay otro como él, pero no todos los abrazados creen que pueda reinventarse y ser capaz de volver a entusiasmar a los españoles, pero ¿a quién mirar cuando el miedo azuza? Además, “lo primero que tenemos que hacer es no meternos en líos”, asegura un destacado socialista bien próximo al presidente. ¿Cabe mayor lío que el que se organizaría si a Zapatero se le ocurriera no ser candidato?

En estos últimos tres días en el seno del PSOE, no sólo del PSM, se ha generado un ambiente, un estado de opinión nunca visto desde que Zapatero se hiciera con las riendas del partido. En su momento fue el Moisés que llevó a los socialistas a la tierra prometida del poder. Separadas las aguas del desierto, abdujo al Partido y desde esa abducción se le dio, como es lógico, rienda suelta. Las tornas han cambiado y a no tardar veremos, aunque lo nieguen, el inicio del sálvese quien pueda. Si el presidente pierde, sentirá como ningún otro político de la democracia española como los abrazos del miedo se convierten en manos de hielo. Si a su lado tuviera a alguien que más allá de compartir ideología o proyecto, de verdad le quisiera ahora mismo, le estaría diciendo al oído:  ”Presidente, vete”.

Charo Zarzalejos

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