viernes, abril 26, 2024
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Entrevista en la Moncloa

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Todo resulta un poco pasmoso. Al parecer, la llamada que el presidente hizo el sábado al jefe de la Oposición para que se vieran el miércoles se debe, según fuentes gubernamentales, a que, como no hay sesión de control en el Congreso, «las agendas» permitían el encuentro. La cita, por tanto, se debe, oficiosamente, a que tienen un rato libre y aprovechan para charlar. Al referirse a la entrevista, la secretaria general del PP no ha dado muestras de mucho entusiasmo y, junto al escepticismo, insiste por razones desconocidas que el «orden del día», como el día y el orden, lo señala el presidente y no hay más que hablar. Oportunidad perdida para el PP que, si fuese sensible a lo que se cuece (al «ni estos del Gobierno ni ests otros…»), debería haber reclamado el encuentro -perfectamente compatible con una dura y seria oposición- y, así, tomar la iniciativa y determinar los temas.

No sólo ellos se muestran ante el encuentro un tanto desconcertantes. Desde la izquierda parlamentaria se teme ahora que Rodríguez Zapatero ceda a las «presiones liberales» de Rajoy y a los líderes sindicales sólo se les ocurre reclamar una posición común ante la ayuda a Grecia para demostrr, viva el tópico, «que no somos Grecia». Todo el mundo reclama el entendimiento en materias básicas para enfrentar la crisis pero, a la hora de la verdad, el asunto parece asustar demasiado. Y, por ello, se encuentran con ánimo ilustrativo: «a ver si el Gobierno rectifica», dicen en el PP; «a ver si el PP demuestra que arrima el hombro», dicen en el PSOE.

Los temas, dicen en el Palacio de la Moncloa, son Grecia y la reestructuración del sistema financiero. Al primero de ellos no deberían, a estas alturas, dedicarle mucho tiempo. Es una decisión ya firme de la Unión Europea, tan desagradable como necesaria para los intereses griegos y de los demás, y poco más hay que decir. En todo caso, ponerse a trabajar para que la Unión tenga resortes para reaccionar más allá de las largas y complicadas negociaciones en cada caso y vaya dando pasos para un gobierno económico necesariamente complementario a la existencia del euro.

El sistema financiero es otra cosa. Rajoy va en ello de segundo plato porque el presidente ya se ha visto con el nuevo representante de las Cajas de Ahorro que, al parecer, tiene planes concretos. Una pena estratégica para la derecha que, ante las vagas propuestas para el Pacto de Zurbano, hico interesantes sugerencias sobre el tema y sobre la crisis inmobiliaria que afecta a los balances y a la capacidad crediticia de las entidades financieras.

Todo ello tenía que haber sido uno de los temas estrella de la estrategia del PP para dar a conocer su alternativa y generar confianza en su capacidad para gobernar hasta el punto de forzar por su cuenta ese necesario encuentro. Tendrán que eliminar conjuntamente las resistencias de muchos gobiernos regionales a una reestructuración que debe eliminar su absurdo control de las cajas, pero el PP no puede, sea o no el convocante y el autor del orden del día, limitarse a ello y debe plantear con seriedad lo que ya apuntaba en sus propuestas. Quizá así se avance algo, se venza la resistencia gubernamental a tomar medidas que tienen el consenso de los expertos y precisan urgencia. Y, si no es así, quizá veamos, de verdad, que hay alguien dispuesto a hacerlo. Y a insistir en que se haga.

Germán Yanke

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