viernes, mayo 17, 2024
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La misma ETA

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ETA es lo que siempre ha sido. Prepara atentados y causa muertes. Cuando se persigue a sus terroristas, saca las pistolas y causa muertes. A los más jóvenes los entrena en la «lucha callejera» y cuando son necesarios para sus objetivos criminales los envía a causar muertes. No es la primera vez, ciertamente, que actúa en Francia, pero sí el primer asesinato de un policía francés. Atrás quedaron los tiempos en que nuestro vecino era un «refugio», atrás también los de la ambigüedad, atrás igualmente los de una cooperación creciente en un asunto que se consideraba sólo español. El impulso a la lucha contra ETA del actual presidente de Francia no ha sido sólo aumentar la ayuda para terminar con esta lacra, como sus predecesores. Para Sarkozy, lo que le honra como estadista, la persecución de los terroristas de esta banda es un asunto propio, una obligación de Francia como Estado democrático de Derecho.

Hace bien el presidente Rodríguez Zapatero cuando, además de manifestar su condena y sus condolencias en nombre de todos los españoles, subraya el dolor que Francia ha sufrido por esta batalla que es de todos. Y hacen bien los dos, Rodríguez Zapatero y Sarkozy, con el apoyo de sus correspondientes oposiciones parlamentarias, en responder de inmediato con el doble programa de asistir a las víctimas e incrementar y perfeccionar en lo que se pueda los instrumentos legales de la lucha contra ETA. Nada consuela de la muerte del policía asesinado, como de tantas otras víctimas, pero lo que ocurre cada día contiene sus enseñanzas.

En primer lugar, que, como se sabe hace decenios pero a veces se olvida, en ETA, una organización que tiene la violencia en su entraña totalitaria, no hay resortes para la autodisolución. Es decir, que debe ser perseguida con denuedo y sin dejarle aire para respirar. En segundo término, que esa batalla es también ideológica y debe terminar con el relato falso en el que se sustenta, por mucho que algunos pusilánimes y animados a pescar en río revuelto quieran mantenerlo. Tenemos estos mismos días delante de los ojos las patrañas que se han voceado tras la desaparición y la muerte de un terrorista de ETA en Toulouse. Y en tercer término, que la Izquierda Abertzale, aparentemente dividida o no, es parte de un entramado terrorista en el que prima el disimulo, como sus últimos documentos y la ficción -porque es ficción- de sus «asambleas», en los que se dice lo mismo de siempre (dejaré las armas si me dan la razón). Ahora, ayer mismo, todos ellos son incapaces de condenar el asesinato de París porque su fidelidad no es otra que ETA, sin la que, por otra parte, no serían nada. Descontemos, por tanto, otra ficción, la de que puede haber una Batasuna sin ETA. El fin de la banda y de sus entramados no es cuestión de ellos, sino de los demócratas en la medida en que apoyen a las Fuerzas de Seguridad que han de detenerlos y a los jueces que han de condenarlos.

Germán Yanke

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