sábado, abril 27, 2024
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Más cine (español) por favor

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Desde la caverna, con más rencor que criterio, se les pone a parir un día sí y otro también. Los que más alaban a la gran España, ensalzan todo lo patrio y se rasgan las vestiduras ante cualquier avance de lo que ellos consideran el terror nacionalista, llevan unos años tirando por tierra todo lo relacionado con el cine español. Lo han tachado de malo y pesebrero, como si se tratase de una industria pública más que sólo vive de las subvenciones. Éste, y no otro, es el retrato que de una de las expresiones culturales más importantes de este país han hecho los que recogen y preservan las esencias de la nación española.

La pasada gala de los premios Goya, la más vista de la historia, mostró a todos la calidad y seriedad de la que hace gala la producción cinematográfica nacional. El discurso del presidente de la Academia, Alex de la Iglesia, fue un sincero ejercicio de autocrítica para llamar a todos a reflexionar sobre la forma de hacer más fuerte la industria, para competir con lo que nos llega desde el otro lado del Atlántico y hace que muchas películas duren un telediario en cartelera. La propia gala merece un notable alto, por cadencia, organización y estilo. Uno se siente orgulloso de ver como algo tan nuestro que nos representa en muchos lugares del mundo tiene estos niveles de dignidad y profesionalidad. Por mucho que digan algunos.

Si a los que se les atravesó lo del «No a la guerra» todavía no han digerido el sapo, no deberían pagarlo con nuestros profesionales del cine. A los que en su legítimo derecho a la libertad de expresión protestaron como personas y colectivo contra una guerra ilegal y amoral -como tendrían que ser todas las guerras- sólo debería reconocérseles la valentía de alzar la voz en un momento difícil, cuando en general en este país somos bastante más dados a pasar de casi todo y darnos mus en los temas que nos afectan como ciudadanos.

El cine español tiene una altura y reconocimiento a nivel mundial fuera de toda duda, avalado por los galardones internacionales que año tras año cosechan películas y actores. Si hemos llegado al punto de no reconocer la mayor por el hecho de no comulgar con la opinión del otro, tratando de desmerecer lo que el esfuerzo de estos profesionales logra cada año, será mejor que el pacto de Estado que se anda buscando sea para realizar el mayor esfuerzo pedagógico de la democracia en materia de convivencia. No somos un país tan grande ni tan cojonudo como para permitirnos la demolición verbal a la que se somete a muchos desde algunas antenas de la caverna. Para querer tanto a España, suenan peor que la voz de Malamadre.

Ion Antolín Llorente

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