lunes, mayo 20, 2024
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Un debate abortado

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Los inminentes proyectos de ETA descubiertos por la Policía en las operaciones antiterroristas de Francia, Portugal y España de preparar atentados y dar órdenes para ello a sus comandos echan por tierra cualquier verosimilitud de análisis sobre la idea de que el debate interno en Batasuna impulsara una renuncia a las armas. En las últimas semanas se han multiplicado las reflexiones, las declaraciones y hasta las especulaciones sobre la convulsión en la militancia de la formación ilegalizada, en favor de las tesis estrictamente políticas.

La propia izquierda abertzale difundía, hace apenas siete días, el éxito del debate interno en 254 asambleas del País Vasco y Navarra, en el que habrían participado desde octubre, con sus aportaciones, casi 6.500 militantes. La formación ilegalizada decía apostar por la acumulación de fuerzas nacionalistas y por la puesta en marcha de un «proceso democrático» mediante «la palabra y la decisión de la ciudadanía vasca», y por tanto, añadía, un proceso que se realice «sin ningún tipo de violencia o injerencia externa». No especificaba más, de forma que podrían darse interpretaciones libres, sobre si la «injerencia» fuera externa al entramado ETA/Batasuna o la de la propia banda terrorista.

Dos días después se conocía la expulsión de ETA de cinco terroristas encarcelados por haberse situado fuera de la «disciplina y protección del EPPK» (el colectivo de presos dirigido por la organización). Al tiempo que anunciaba el inicio de encierros y huelgas de hambre para hacer frente a la «cruenta política penitenciaria» del Gobierno, ETA hacía pública la expulsión de etarras como Valentín Lasarte, condenado por los asesinatos de Gregorio Ordóñez y Fernando Múgica, entre otros, e Ignacio Recarte, Jorge Uruñuela, Andoni Muñoz y Esteban Murillo.

Noticias que se han entrelazado con los publicados y desmentidos sobre la carta de Otegi, difundida por el grupo Noticias quince días antes, en la que, según el periódico, decía: «Quien se resiste a dejar la violencia o no está en sus cabales o trabaja para el enemigo». Otegi desmentía después la autoría de la expresión. Distintos observadores coinciden: El dirigente abertzale encarcelado persiste en su apuesta por las vías estrictamente políticas pero ante el posible divorcio con la organización terrorista declina del intento para no renunciar a su liderazgo. Una tesis que defendió recientemente el sudafricano Brian Currin, en una conferencia en el País Vasco. Currin apostaba porque en un eventual proceso de paz ambas organizaciones (ETA y Batasuna) se mantuvieran unidas para evitar disidencias y hacer eficaz la posibilidad de un desarme.

Faltan unas semanas para que en febrero termine el debate interno de Batasuna, pero ya se ha viciado. ETA quería montar en Portugal un taller permanente para fabricar bombas con el material intervenido el pasado sábado en la provincia de Zamora. Ésta es la conclusión de las fuerzas policiales. Con estos mimbres, la vieja teoría tan repetida en Euskadi (y en algunos otros lugares de España) de que «algo se mueve en HB» resulta fallida, y coge a contrapié a tantas almas pías que vuelven a creer en nuevas disidencias en Batasuna que llevarán irremisiblemente a la renuncia de ETA. Cuando, si algún día ello resultara, tal vez no sería ni algo previsto, ni de esta forma.

Frente a tanto sueño, Rubalcaba anuncia que seguirán a los etarras «cuando vayan a un zulo, por carretera y también hasta sus domicilios, hasta que esto se acabe». Y se desmarca el presidente del PNV, Íñigo Urkullu, de una estrategia de «construcción nacional» con el polo soberanista de la izquierda abertzale. Lo considera «inviable» y «trasnochado».

Chelo Aparicio

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