viernes, abril 26, 2024
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Conclusiones del atentado fallido

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Los que vivimos en Estados Unidos hemos comenzado ya a padecer las consecuencias del atentado fallido en un avión. Ya hemos hecho una cola más pesada en el aeropuerto, se nos ha avisado de que deberíamos estar allí una hora antes de lo normal y se nos ha prohibido ir al lavabo sesenta minutos antes del aterrizaje. Se anuncian nuevas medidas, incomodas, para las proximas fechas.

Resulta chocante que, después de haber gastado unos 40.000 millones de dólares en reforzar los controles en los aeropuertos internacionales, la seguridad del de Amsterdam no detectara que el terrorista nigeriano llevaba un explosivo debajo de su calzoncillo. También causa un cierto estupor que el fanático, con ciertos antecedentes, tuviera un visado estadounidense. Lo que alumbra una conclusión que estremece: dado que Al Queda tiene una fijación con hacer volar por los aires naves de países occidentales, que el atentado fallido fuera el día de Navidad y contra un avión estadounidense es revelador, y que la cosecha de suicidas en el fundamentalismo musulmán no decrece tenemos que estar preparados a que en un futuro próximo ocurra algo estremecedor. Como se ha demostrado, la eficacia de los controles no es absoluta y la próxima vez el terrorista puede ser no tan inexperto como el nigeriano o quizás no haya un animoso pasajero que se eche encima de él y lo reduzca. Los ideólogos o clérigos de la minoría fanática musulmana no van a cesar de predicar que inmolarse matando a decenas de infieles cristianos es tomar un billete express para llegar a un paraíso donde los esperan 72 vírgenes para cada uno y otras lindezas.

Sofocar a estos apostoles del terrorismo fanático y de unas creencias que no son el verdadero Islam sino una deformación grotesca y cruel no será sencillo. Pero quizás sea el momento, en esta época de alianza de civilizaciones, de manifestar con firmeza a líderes y pensadores de las naciones islámicas que ya es hora de que repitan, no con la boca chica sino con decisión, en la prensa, en la televisión, en los púlpitos, en las escuelas… que no hay lugar en el mundo musulmán para gente que se suicida matando inocentes, que las promesas que les hacen sus mentores son zarandajas vacuas y que los actos que cometen conducen al odio entre comunidades porque son simplemente blasfemos y canallas. Los dirigentes islámicos deberían hacer esto frecuentemente y con muchos decibelios. Hasta ahora no parece que lo hayan hecho ni que nosotros los hayamos conminado a que lo hagan.

Inocencio Arias

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