lunes, mayo 20, 2024
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Los estremecedores relatos de los supervivientes

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El presunto responsable de la matanza cometida este viernes durante la reunión de juventudes laboristas en la isla noruega de Utoya, Anders Brevik, se identificó en varias ocasiones como policía ante jóvenes desconcertados por los primeros disparos para agruparles y abrir fuego contra ellos con más facilidad.

«Tranquilos, ya podéis salir, estáis salvados, soy policía», declaró Brevik a uno de los presentes, Thorbjorn Vereide, quien describe la cadena de acontecimientos al diario ‘VG’. «Estábamos 30 ó 40 personas reunidas cuando comenzó a disparar. Cuando terminó con nosotros, solo quedábamos cinco o seis».

Vereide, de 22 años, declaró al diario que Brevik, que llegó al lugar disfrazado de agente, actuó con frialdad en todo momento, rematando metódicamente a sus víctimas en el suelo con un disparo de gracia. «Parecía que no le importaba lo más mínimo», indicó.

El joven logró escapar del tiroteo y se refugió con algunos amigos suyos en una cueva cercana. A su alrededor «había heridos por todas partes». «No nos atrevíamos a salir por miedo a que nos descubriera», declaró Vereide.

«Nunca había perdido a nadie en mi vida», lamentó Vereide. «Teniendo eso en cuenta, perder a 85 grandes amigos de una sentada es una forma dramática de empezar», dijo entre lágrimas.

Otro de los testigos del atentado en la isla de Utoya es Adrian Pracon. El joven relata cómo al hombre armado se le veía «muy seguro, tranquilo y bajo control», «sabía lo que estaba haciendo» y «nos dijo a gritos que todos moriríamos».

Pracon estaba trabajando en la cabina de información del campo cuando recibió una llamada por radio para avisarle del atentado en Oslo y de que un policía acudiría al campamento para verles, pero poco después escuchó tiros.

«La gente caía muerta delante mío. Corrí por el campamento hacia el área de las tiendas de campaña. Vi al hombre armado. Dos personas empezaron a hablarle y dos segundos después estaban muertas. Él llevaba un uniforme negro con bordes rojos. Parecía nazi, con el uniforme que parecía de Policía», dijo Pracon.

«Parecía que sabía lo que estaba haciendo. Nos dijo a gritos que todos moriríamos. Todos empezamos a correr hacia el agua, la gente ya se había desvestido y empezaba a nadar. Yo creía que no me daba tiempo suficiente para sacarme la ropa, así que empecé a nadar en la lluvia, con la ropa y mis botas grandes», añadió.

Pracon contó que las personas que se habían salvado de los primeros disparos se escondieron entre los árboles y las rocas, pero el hombre volvió una hora después y empezó a disparar nuevamente.

«Los disparos empezaron otra vez y la gente se me caía encima, sobre las piernas, y caía al agua, ahí es cuando la gente moría. Yo me tenía que proteger detrás de ellos, rezando de que no me viera. En medio del tiroteo una bala me alcanzó la espalda», agregó.

«Después estaba más cerca, podía sentirle la respiración, podía sentir sus botas», relató Pracon, que dijo haberse salvado por no haberse movido de donde estaba. «Ahora estoy en el hospital. Lo peor no es el dolor físico, es pensar en cuantos amigos han muerto», concluyó.

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