martes, mayo 7, 2024
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La generación perdida habla: «España nos menosprecia»

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Superan los 20 años, tienen estudios, se pagan sus gastos con trabajos precarios, viven con sus padres…son la generación perdida. Los datos son alarmantes y los testimonios de algunos de ellos estremecedores.

Carmen Alarma tiene 23 años, acaba de terminar la diplomatura de Magisterio de Francés y ha conseguido un contrato en Toulouse (Francia) en un colegio como profesora de español. La crisis ha vapuleado al sector de la educación a través de los recortes, hasta el punto de que “opositar se ha convertido en una utopía”, asegura con rabia. Tiene asumido que tiene que marcharse, “me da pena irme porque me gusta vivir aquí, pero me daría mucha más pena quedarme y trabajar en algo que no es lo mío”.  
Es una de las generaciones mejor formadas desde hace décadas del sistema educativo español y sin embargo la OIT (Organización Internacional del Trabajo) ha declarado que el desempleo entre los jóvenes españoles cuadruplica la media mundial. Por eso, lo que antes era una alternativa ahora se ha convertido en una obligación. Marcharse es la única salida.

“Me da pena irme porque me gusta vivir aquí, pero me daría mucha más pena quedarme y trabajar en algo que no es lo mío”

Ignacio Buira tiene 24 años,  todavía no ha terminado la carrera, le quedan todavía dos, pero ya tiene claro que irse al extranjero es su objetivo una vez que la finalice. Estudia Ingeniería de la Edificación, campo difícil para encontrar un empleo, devastado por el final del delirio de la burbuja inmobiliaria. Su visión no es tan negativa aunque reconoce que puede ser porque aún “no ha llegado al punto muerto al que llegan los recién licenciados, cuando se preguntan ¿y ahora qué?”. Aún así, prefiere verlo como una oportunidad para “conocer mundo” y “no frustrarse”. Su intención es probar suerte en algún país de Sudamérica, “el futuro de la arquitectura en España lo veo muy mal, aquí olvídate”.
Pero no sólo las altas tasas de desempleo y la falta de perspectiva son los motivos que empujan a los jóvenes a emigrar. El ambiente crispado y cargado de desesperanza también influye, “es una situación agobiante porque en vez de hablar de cosas positivas es la crisis y cómo nos afecta” asegura Carmen. Según el Eurobarómetro sobre la movilidad juvenil, el 68% de los jóvenes españoles se quiere ir fuera, el 36% por tiempo determinado y el 32% sin perspectivas de regreso.

Tanto Carmen como Ignacio han ido acumulando a lo largo de la carrera trabajos temporales, de escaso valor profesional para su formación en el mercado de trabajo y sin opciones de mejorar sus oportunidades. Para Carmen tener “mini trabajos” significa estar “todo el día de aquí para allá sin ni siquiera tener una cotización decente a la Seguridad Social”; en el caso de Ignacio significa trabajar en estudios de arquitectura en tareas relacionadas con su profesión pero con unas condiciones inaceptables – carecer de contrato, horarios interminables, etc-.

Sin embargo, Francisco Díaz considera que ha tenido mucha suerte. Le queda un día para licenciarse como Ingeniero Químico, todavía no ha pisado el suelo del mercado laboral y ya tiene un contrato durante seis meses y con opciones de quedarse después. “La semana que viene me voy a trabajar a Bélgica, a un pueblo situado en la frontera con Francia”. Marcharse al extranjero era una de sus primeras opciones pero también buscó trabajo en España, aunque sin éxito.
Francisco confirma que para los ingenieros recién licenciados sí que existe trabajo, pero las condiciones son deficientes. “De becario sí que te cogen en las empresas pero para quedarte es muy difícil, no te prorrogan. De hecho prefieren quitar a un becario y poner a otro que hacer un contrato fijo.”.

«Prefieren quitar a un becario y poner a otro que hacer un contrato fijo»

Los que ya están fuera corroboran las declaraciones de los futuros emigrantes. David González vive en Berlín (Alemania) desde hace cuatro meses, es licenciado en óptica y optometría y su deseo es dedicarse a la investigación, impensable por el momento en España. Se marchó “buscando un futuro mejor” y asegura que “hay que irse si no quieres acabar sólo vendiendo gafas”. David resume el futuro de los jóvenes en una sola palabra: “oscuro”.
La ‘fuga de cerebros’ es un hecho y España se enfrenta, por ello, a un grave problema. Los jóvenes más cualificados abandonan el país para contribuir al desarrollo de otros. Es posible que la teoría de Carmen se convierta en una realidad: “dentro de unos años nos van a conocer como los jóvenes que se fueron al éxodo, a trabajar al extranjero porque en su país lo único que hicieron fue menospreciarlos”.

Marina García-Rico

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